¿Disciplina Positiva? ¡Hablemos de ella!
¿Saben qué es la disciplina positiva? Es un tipo de disciplina que se basa en la colaboración, donde se le da al niño responsabilidad y autonomía, promoviendo que la disciplina no consista solamente en castigos. Además, promueve que no existan niños malos ni buenos, sino un buen y mal comportamiento.
Sus principios básicos constan de una buena comunicación y comprensión, respeto mutuo entre padres e hijos, amabilidad y firmeza, fortalecer vínculos afectivos, la participación activa de los niños y el desarrollo emocional y de autonomía.
Los niños tienen la necesidad de crear vínculos con las personas más cercanas a ellos (padres, amigos o profesores) y los niños que mantienen esos vínculos fuertes, son niños que por lo general, se comportan mejor. La disciplina positiva se basa en la premisa de ser firme pero amable y se encarga de reforzar esos vínculos mediante el respeto, la compresión, autoestima y la comunicación.
¡Pero ojo! Esta disciplina no se basa en la permisividad, al contrario, el objetivo, es que los niños comprendan porque están mal ciertas cosas y porque no deben hacerlas. No imponemos castigos sin saber si los niños han comprendido realmente el por qué no deben actuar de ciertas maneras.
Es necesario conocer las creencias detrás de la conducta de los niños para poder darles las herramientas necesarias y la oportunidad de que ellos mismos las cambien. Hay cuatro creencias que llevan a conductas negativas: 1. Búsqueda de atención por parte de los padres, 2. Poder para sentirse incluido e importante, 3. No saber expresar que algo los hirió y 4. Sentimiento de inutilidad para hacer ciertas tareas.
¿Pero cómo podemos saber como realizar este tipo de disciplina? ¡Les dejamos estas técnicas eficaces para ejercerla!
- Hazle saber a tu hijo lo que hizo bien.- Es una forma de reforzar las conductas que se quieren repetir.
- Dar opciones.- Dar a elegir el orden en el que se pueden hacer ciertas tareas (bañarse, recoger, etc.)
- Criticar el comportamiento.- Se debe criticar la acción en sí y no decirle al niño que es malo.
- Autonomía.- Permitir que los niños prueben las consecuencias de sus acciones/decisiones (acorde a su edad).
- Explicar el ¿por qué?.- Siempre que le digamos a nuestros hijos qué acciones no deben realizar, hay que explicarles el porqué está mal.
- No usar violencia física.- Cuando estemos muy enfadados, podemos tratar de buscar un momento para calmarnos y después adoptar consecuencias.
- Paciencia.- El cansancio acumulado, el estrés o la autoexigencia pueden hacer que perdamos la paciencia fácilmente.
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