Empezar con algo pequeño, un efecto domino que se convertirá en algo gigantesco

¡Hola a todos! En esta ocasión… En este cuarto y último bloque dedicado al altruismo y a la acción social que fomentamos desde la fundación, hablaremos sobre un episodio que no hace mucho al país marcó, nos dio la posibilidad de ser solidarios para así ayudar después de que, a diversas ciudades, un terremoto de magnitud 7.1 devastó… Oportunidad en la que, con poquito o mucho, se pudo fungir como el héroe de un tercero que en esos momentos sufría dolor, comprobando que cada acción cuenta, pues estas, en conjunto, generan un efecto domino, una bola de nieve que alcanza tal tamaño al punto de plantarle cara a cualquier situación.

Desde Zapatos al Aire, 

Un abrazo.




Hemos llegado al momento culmen… 

Motivo por el cual se le ha dado cobertura a ciertos temas que la humanidad últimamente  elude… 

Esfuerzo titánico por hacer que la bondad y compasión duren, abrirles los ojos a aquellos que rehúyen la responsabilidad social que a todos en algún punto – de acuerdo a las circunstancias y  al llamado que recibimos para entrar en batalla – aturde… 

Materialización de los tres previos tópicos que, en conjunto, un mensaje puro y primigenio  reproducen… 

… 

Relatos griegos que en la actualidad se cantan… 

Películas e historietas que retratan a un héroe y sus hazañas… 

Anécdotas personales que en carne y hueso experimentó aquel que les habla… 

Todas y cada una de estas historias han servido para transmitir la palabra, enseñar como la  indiferencia, altruismo y la unión del colectivo se van al alza… Nos llenan como persona, invitan  a dejar a un lado el narcisismo, hedonismo y arrogancia… 

… 

Pero ahora… Para esta última alabanza, tendré que recurrir a esa realidad que nos atrapa, aquella  de la que muchos tratan de escapar por miedo a sentir su coraza… Aquella que corta y cala…  Hierve la carne y congela el plasma… 

Me he de referir a uno de los episodios más recientes en la historia mexicana, uno de los más  desgarradores y trágicos que aún en la mente de los compatriotas taladra… 

Un desastre que obligó a la indiferencia a hacerse blanca, hizo brotar el altruismo que nuestros  corazones resguardan, mantienen bajo llave a la espera de que… ¿Las circunstancias nos orillen  a implementar estas dos armas? 

Cataclismo que unió a hermanos y hermanas, llevó a que ricos y sujetos cuyas deudas les sacan  canas – o que inclusive sufren y se esfuercen al extremo por llevar el pan a casa… – donaran,  ofrecieran lo mucho o poco que en sus carteras cargan…  

Desgracia que nos hizo darnos cuenta – especialmente a aquellos jóvenes que no estuvieron  cerca para atestiguar la furia dantesca de aquella madre tierra que, por su infinito amor y  paciencia, muchas patadas y penas de nosotros tolera – que cuando uno lo desea, no se requieren  de poderes, dinero o de llamados por parte de aquellos que nos gobiernan para hacer que  atendamos el grito de ayuda de un alma que yace en pena… 

Del sismo del diecinueve de septiembre de dos mil diecisiete hago referencia… … 

Sé que es un atrevimiento de mi parte evocar esta tragedia, una que, como ya dije, todavía se  encuentra y patea la memoria de aquellos que… De forma lamentable… Perdieron a un ser que a  su vida hacía más bella… Empero, lo que sucedió en esa tarde – un martes, si mi memoria permite  recordarles… – es un ejemplo grande… GIGANTE… De lo que puede hacer la sociedad cuando  llegan a organizarse, cuando se olvidan de los celulares… Cuando dejan de emular a Narciso para  así aportar en algo que, a primera instancia, parecería única y exclusivamente trabajo de los  profesionales, gente preparada y entrenada para lidiar con los desastres. 

Las anécdotas en esa ocasión – a diferencia de cómo lo he hecho hasta la entrada anterior… – no deben inventarse… Tomarse de experiencias individuales o de cuadernillos de dibujos que en  la actualidad se han proyectado en la pantalla grande… No… En esos momentos de miseria y  sangre – una que se transmitían por todos los canales… – salían a la luz relatos abismales, hazañas  de cómo ciertos individuos se armaban de coraje para hacer lo que muchos (podría ser que, hasta  ellos mismos, protagonistas de estas proezas demenciales…) vieron como incapaces, actos 

suicidas justo momentos antes, acciones que requerían de un esfuerzo y arrojo que en ocasiones…  Ni hasta los más grandes… 

… 

En el noticiero de la tarde – o noche, ese en el cual Carlos Loret de Mola se mostraba ante  cámaras para comunicar todos y cada uno de los aspectos de la catástrofe… – se le dio cobertura  a cómo un taquero y sus empleados tomaban las calles, regalaban tacos al pastor a todo aquel  rescatista… Militar… Y voluntario que tenía hambre… 

En uno de los programas de farándula que en las mañanas pasan (creo que en Hoy… Pues fue  Galilea Montijo quien nuestra atención con esta historia se ganó), se trajo a la luz varias  imágenes las cuales mostraban como un joven cooperaba… Ayudaba a mover escombros mientras que a su silla de ruedas se aferraba, un costal lleno de piedras en su espalda cargaba y el  cual mover su transporte le dificultaba… 

En una de las muchas publicaciones que en redes sociales se encontraban… Aquellas que las  personas implementaban para solicitar ayuda cuando la gente debajo de los escombros se  encontraba atrapada, coordinaban a transportistas y repartidores que por la calle víveres y  

suministros transportaban, a la población incentivaban para que cooperaran cuando material de  rescate y construcción faltaba… Surgió la fotografía de cómo los adultos mayores apoyaban… A  pesar de su edad avanzada – y a que ya no están obligados de entrar en batalla… – fueron  voluntarios de la Cruz Roja, acudían a centros de acopio para donar lo mucho o poquito que en el  día a día ganaban, a la boca se llevaban…

La imagen de cómo un militar lloraba, desconsolado al darse cuenta de cómo a una niña no  podría traerla a casa sana y salva, entregarla a esos padres que a orillas del derrumbe a la  esperanza se aferraban… 

… 

Por unos cuantos días… Quizás semanas… México fue ejemplo mundial en materia de  solidaridad y de cómo hacerle frente a tan terrible amenaza… Por todo el planeta – desde Perú  hasta España… – la misma pregunta se lanzaba… ¿Por qué los mexicanos corren hacia un edificio  en llamas? ¿Por qué están dispuestos a mover escombro de una estructura la cual, si se lo  planteara, podría dejarlos cual alfombras tapizadas? ¿Por qué no despejan las calles a pesar del  llamado que con vehemencia realizan las autoridades, a despejar las avenidas para que los  servicios de emergencia pueden llegara a atender a los que yacen cubiertos de sangre? 

Sí… 

Por unos cuantos días, la incredulidad fue el que hablar de los extranjeros que nos veían…  Maravillados por la compasión que se veía… Horrorizados por el ímpetu salvaje y  desorganizado de aquel maremoto de piernas y brazos que ni entre ellos se entendían… 

Pero, por mucho que trataran de diseccionar el espíritu que en el azteca radica… Jamás lo  descifrarían…  

Bien lo dijo Guillermo del Toro al momento de ser cuestionado acerca del cómo podía… ¿Cuál  era esa catarsis que llevaba a su pueblo a abrazar la muerte – tema bastante indigno y perverso  que horroriza a la gente… – con tanto color, fiesta y risas? 

… 

Soy mexicano… I´m mexican…  

Y con esto, todos aplaudían… 

… 

El mexicano es una rama del ser humano que, cuando quiere… Cuando se lo propone… A  cualquiera deja helado… Bien lo dijo en su momento el pintor, Salvador Dalí, al ser entrevistado,  en una ocasión que regresaba de visitar el territorio de aquellos que comen tortillas y frijoles antes  de lanzarse a hacer el mandado…  

De ninguna manera volveré a México. No soporto estar en un país más surrealista que mis  pinturas de antaño… 

Normalmente nuestra tierra nos ofrece un horizonte polarizado, enfrentado, uno que se ataca  mutuamente por… Bueno… ¿Quién podría afirmarlo? De forma recurrente observamos los peores  pasajes de hombres y mujeres que en la política nos dejan tirados, legislan de acuerdo a sus gustos  y de todo aquello que les garantizará más fajos, que a bordo de patrullas nos extorsionan y 

chantajean para así tener más dinero que puedan gastar al rato, empresarios de negocios turbios  los cuales evaden impuestos a la espera de que sí los paguen sus demás hermanos, pueblo azteca  que ya para estas alturas está muy golpeado. 

Sin embargo… 

De vez en cuando… Muy de vez en cuando… Desgraciadamente cuando las desdichas más  vidas vienen a quitarnos, recordamos que todos somos cercanos, que nos une algo que va más allá  de los estratos, de los lujos, de las envidias y de los trabajos; aquí, las tres previas enseñanzas se  ponen en práctica… ¡Nos volvemos esponjitas! Estamos dispuestos a abrazar, consolar, e inclusive  a llorar con las víctimas… ¡Nos volvemos rescatistas! Formamos cadenas humanas – bajo las  ordenes de un guía… – cuyo fin es el de reconstruir los pilares que se vinieron a bajo debido a las  sacudidas… Y lo más importante… ¡Lo hacemos por iniciativa! No esperamos a que alguien nos  diga, que un tercero, un militar, o un gobernante por la televisión y radio suelte el mensaje que  dicta… ¡Salgan a las calles que por sí solos no pueden los servicios de rescate! 

Que alucinante… 

Aún recuerdo cuando, sentado en clase – una vez que los académicos se cercioraron de que las  estructuras del edificio no fueran un peligro para los alumnos que venían a cultivarse… – uno de  mis compañeros le dijo al profesor con autoridad que lo que estábamos haciendo en esos instantes  era una ofensa para todos aquellos que debajo del cascote seguían luchando por salvarse… Que en  lugar de estudiar (regresar a un estilo de vida que sólo, en esos momentos, los fifís se podían dar),  deberíamos de estar apoyando en son de rescatar, cargando cubetas con la esperanza de que, poco  a poco, la zona del desastre se pudiera desfogar, escuchar y sentir el aliento de todos los que puras  plegarias se dedicaban a invocar… 

¡Hasta yo ese día sentí como mi sangre empezaba a burbujear! 

¡Todos en mi clase compartían ese sentir de querer ayudar! 

¡Vivir la impotencia de querer colaborar, pero no saber ni dónde ni cómo empezar a labrar! ¡Y ante esto…! El profesor… Una risita… Soltó sin chistar… 

… 

Sé como se sienten… Yo, así como ahora ustedes, experimenté en carne propia el sismo de hace  treinta y dos ayeres… 

Sé que ahora mismo quieren comerse al mundo… Pero esto va para largo, no desesperen… 

Ahora todos quieren ayudar a los que se mueven… Pero piensen lo que pasará en unas cuantas  semanas y meses, cuando las televisoras, a los derrumbes y damnificados, les sean  indiferentes…

¡He allí cuando de verdad se verá la actitud de la gente, cuando de verdad se pondrá a prueba  nuestras ganas de querer socorrer a los que sienten que no están presentes! 

… 

Es impresionante como nos unifican los males, como inspiran al mundo para que nos canten y  aplauden… 

A pesar de ello, es mucho más impactante como se diluye esa llama que arde, como de a poco  nos vamos desconociendo y fingiendo que no transitamos por las mismas calles… 

Total, mi educador decía la verdad… Nada más dejamos que el viento se llevara el olor a muerte,  sangre y gas, y de inmediato la sociedad dejó de ayudar, cooperar con esos que en tiendas de  campañas dormían pues… No les quedaba más, no tenían más… 

Más que espíritu, una moda pasajera la solidaridad del mexicano resultó al final… Una que se  diluye como lo hace el agua en un canal al evaporar… 

… 

A la larga volvimos a las andas… A culpar a políticos y ricos, acusarles que debido a ellos  estaban mal construidos los edificios, contratacar diciendo que estas movidas y señalamientos los  hacían los pobres y esas figuras que deseaban utilizarles para llegar a un puesto que les brindara  control infinito, a sentirnos cansados y agobiados de tener que donar tanto… Llegamos al punto  en que hasta para aportar agua y frijoles enlatados nos pesaban las manos, esas monedas y benitos  – hablo del papel moneda, más en específico, de aquel presidente cuya estatura no superaba el  metro con cuarenta… – en otras cosas… Burdas y carentes de tacto… Serían gastados…  

No obstante, creo… 

Confío en que en un futuro este sentimiento de forma regular se derrame de nuestro centro… 

Ya sea por iniciativa propia – por que nos hemos enfocados en los verdaderos y más peligrosos  males que se encuentran al acecho… – o porque la naturaleza… O los conflictos bélicos… De  nuevo, nos pone un jalón de orejas para que de una vez por todas nos comportemos… 

El ser humano debe de aprender que no necesita excusas para ser bueno… El ser así no es un  símbolo de debilidad o de apreciación por lo feo… Sino que – así como Atlas… – se tiene la  fuerza para ayudarle a la gente a cargar con el peso, ese que en ocasiones evita que avancemos… 

… 

Martin Luther King una vez dijo… Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como  los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos… Pero la verdad, creo  que concuerdo más con lo que Mahatma Gandhi al final quiso heredarnos… No perdamos la fe en  la HUMANIDAD, que es como el OCÉANO: NO se ENSUCIA porque algunas de sus GOTAS  estén SUCIAS…


Entrada elaborada por Lucio García Cuétara. Voluntario de Zapatos al Aire A.C.

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