Aceptación - Por algo a la muerte se le retrata como una vieja amiga

¡Hola a todos! En este capítulo final, viendo que el mes de noviembre está próximo a terminar, tocaremos el tema que, por excelencia, nos impulsa a que podamos avanzar, a que podamos volver a tomar el control y rumbo de nuestras vidas después de que una pérdida o desgracia nos vinieron a revolcar… Hoy hablaremos del proceso por el cual aprendemos a vivir con las situaciones que no podemos controlar debido a su inmensidad, y a identificar aquellas que sí están en nuestras manos… ¡La Aceptación es el tópico que vino a liberarnos, con su sabiduría a salvarnos!

Desde Zapatos al Aire, Un abrazo.



Y después de tanto esmero, de implementar toda su fuerza e ingenio para lograr que este  personaje no le aventara más carbón al fuego… 

Alegría se dio cuenta de que Tristeza era la clave para ponerle un alto a todo ese enredo… 

Contrario a lo que pensaba, a ella no se le tenía que evitar… Aislar… Enjaular dentro de un  círculo de tiza para que el día así no fuera a estropear… 

De hecho… Ella era la clava para que las risas y sonrisas tuvieran su magia y brillo ejemplar… Sin esta, por mucho que doliera aceptar, no existiría la paz, para cada Ying hay un Yang… 

Nuevamente, a través de las series, videojuegos y películas se encuentra la vía, la última  frontera mediante la cual… ¡Por fin! El Día de Muertos se materializa como una fiesta que se  admira, orgullo y patrimonio de la humanidad que en el mes de noviembre se respira, incita a  nuestro pueblo a hacer las paces con el concepto más mortífero que desde siempre nos vigila… Al  acecho espera a que sea nuestro turno de cambiar nuestra piel, carne y sangre por alitas. 

La danza, desfiles y demás interpretaciones que ejecutan las catrinas, carros alegóricos que por  el centro histórico desfilen llenas de vida… Las ofrendas, altares y flores de cempasúchil que adornan calles y avenidas, nos dejan maravillados por la extensa gama de matices y colores que a  nuestra ciudad dotan con aire y un aura ancestral de extrema mística… Las calaveritas, dulces y  demás platillos que a nuestros ancestros derretían, debido al aroma que a los vientos contaminan, negarse a venir del más allá, ¿Cómo podían? Todo… ABSOLUTAMENTE TODO deriva del  bálsamo que por nuestras venas transita al momento de huir de la desdicha. 

Cuando al final – quizás después de una caminata larguísima, un viacrucis en el cual nos  embarcamos con la esperanza de así evitar enfrentar a los demonios que se originaron el día en el  cual la tragedia sacudió a nuestras casitas… – aceptamos la amargura… El dolor… Y el llanto  que, mediante sus lagrimitas (aquellas perlas de agua salada que delatan el verdadero sentir de la  persona que las transpira), enjuagan y purifican las penas que a nuestra alma mantienen a la deriva,  cual faro que en la penumbra guía a los navíos que en alta mar se la rifan. 

En la película Intensamente – dedicada a explicar como las emociones gobiernan a la gente… – parecería que sólo hay cinco autopistas, escaños que encasillan y clasifican una situación que  como individuos enfrentamos en el día a día… 

Alegría, Tristeza… 

Miedo, Asco… 

E Ira… 

Todas y cada una de ellas nos obligan y limitan, mediante estas forjamos la persona que en un  futuro será odiada o que inspira, que contribuirá a la sociedad de forma positiva o negativa… No  obstante, en gran parte de la cinta – aspecto lógico pues… Vaya… Todo se narra desde la  perspectiva de una cría, una niña que de a poco crece para adaptarse a las complejidades de esta 

loca vida… – se le narra a los que miran que las emociones van solitas, en ningún momento… Sin  importar de las circunstancias o de los desafíos que nos atacan cual aves de rapiña… Se pueden  experimentar más de dos de estas de forma sincronizada cual equipo de natación que pelea por  medalla olímpica… 

Pero… Aquí entra el famoso: ¿Y qué pasaría? Pregunta que al final de la cutícula – sinónimo de  película… – vaya y que se necesita… 

En el momento más crítico, la emoción principal repara en que sin Tristeza no hay Alegría… 

Que si a su niña no le daba el chance de llorar – sufrir la derrota, permitirse experimentar a quemarropa el fracaso que representaba el no haber podido evitar una desgracia que, en el piso,  de rodillas, la hubiera tenido desconsolada… – entonces la estabilidad emocional nunca lograría  alcanzar o encontrar… 

De lo contrario, por siempre fingiría, a ella misma se mentiría, en su rostro portaría una sonrisa  carente de cualquier felicidad verídica… Tan sólo… Sería un gesto a modo de protesta (o de  arrogancia extrema) mediante el cual tratar de incomodar a sus dolencias, exclamar por las  noches: a pesar de la tormenta, mi barquito todavía navega… 

Sin importar de que se trata de una película para niños mediante la cual tratar de explicar  conceptos abstractos y subjetivos que requieren años y años de estudios extensivos para así  entender como impactan en uno mismo, el mensaje de la producción resulta ser lindo… Una buena  forma de representar la madurez y lo que es crecer como individuo… Dejar de vivir en ese mundo  de caramelo en el cual, nuestros estómagos, pueden comer lo que quieran y cuanto quieran sin  tener que sentirse enfermitos. 

En esos momentos, Alegría y Tristeza se mezclan… 

Combinan sus fuerzas… 

Dan a luz una nueva experiencia – o memoria, de acuerdo a los parámetros de la historia expuesta… – la cual da inicio a una nueva era, y de paso, resuelve el dilema, permite que su niña  llore en los brazos de sus padres mientras esboza una sonrisa… 

… 

Pero que maravillosas son las películas, si tan sólo así de fácil fuera la vida… 

La caída es algo que a todos mortifica… Bien por algo existe el dicho: la victoria tiene cien  padres, la derrota ni una madre… Mejores palabras no pudo haber dicho alguien; pareciera que  cuando uno se equivoca comete la peor grosería, todo el mundo te lo reclama, te hace sentir cual  porquería que ese tropiezo se merecía… Y todo debido a la osadía de haber intentado efectuar algo  que está más allá de tus ligas… Empero, cuando una celebridad o dama de compañía confiesa un  episodio oscuro del cual tuvo que levantarse para retomar su vida (de cómo tuvo que acostumbrarse 

a las dolencias para así aprender de ellas), la basta mayoría se lo festeja como si hubiera descubierto  la cura para las enfermedades más mortíferas. 

La pérdida, la negación… 

La ira, la depresión… 

La negociación… 

Todas ellas son mal comprendidas, se les dota de tintes pertenecientes a una película de espanta  y horror, muy pocos se los que se dan cuenta que en realidad se trata de un viaje de expiación, un  camino hacia la maduración… 

… 

Todas tienen una función rotativa, un círculo vicioso que, en lugar de tirarnos, aspiran a vernos – cual orugas después de calvario a partir del cual emergen de su capullo cual ave fénix resucitado,  portando unas alas multicolor que a todos dejan embobados… – salir victoriosos del combate en  el cual parece que nos hemos estancado… Una vez superadas las pruebas, cual si fuera un  videojuego de La Leyenda de Zelda, la herramienta que funge como recompensa, el objeto que  dentro del cofre acecha… Son un par de flechas… Unas bañadas con la luz y la fuerza que a la  maldad corta cual manteca. 

Tras unir las cinco piezas del rompecabezas, la imagen completa delata un concepto que libera… Y no se debe a que mágicamente desaparezca nuestros problemas… 

Todo lo contrario, nos permite asumir la vida tal cual se nos presenta, con todas sus hojuelas… 

Aceptación… Mezcla perfecta que dota de vida a quien la beba… Capaz de resucitar a los  muertos para que visiten a sus seres queridos en los días de noviembre en que se celebran las  fiestas, admirar sus fortaleces, la determinación con la cual no se rindieron a pesar de que esta, e  momentos, pareciera la respuesta correcta… 

… 

En esta fase uno termina por decir… 

Va... ¡¿Pero qué rayos?! ¡Ya estoy cansado! Cansado de sentirme como un cangrejo el cual  camina para el otro lado, de todo el tiempo sentirme resignado, de tener que aceptar una  situación sin que yo algo pueda hacer algo... De tener todos los días que mostrarme encorvado,  en solitario, como un fantasma que ante cualquier intento de acercamiento o contacto se vuelve  malo, ataca y despotrica contra todos aquellos que tratan de ayudarlo... 

¡De ahora en adelante retomo mi vida, domo a los caballos que a mi carroza impulsan cual  estampida! ¡Ya basta de lamentarse a la espera de que el corazón mágicamente vuelva a 

palpitar para llenarme de vida! Si yo no lo hago, nadie más estará dispuesto a caminar con mis  zapatos… 

Si yo no lucho por ello… Entonces... Por siempre estaré atrapado en esta agonía, despertar  todas las mañanas para preguntarme: cielos… ¿Para esto sigo con vida? 

Y de eso se trata, celebrar el regalo más grande al que tenemos acceso desde el momento en  que por primera vez en el hospital – tras nacer… – se nos cobija… Es tan grande el presente que  ni siquiera la muerte (o al menos en nuestra cultura) puede frenar su alegría ya que desde el más  allá nuestros seres queridos nos cuidan y vigilan, deleitándose con los rituales mediante los cuales  honramos que su legado y esencia prospere sin importar que nuestro contacto con ellos sea mediante la comida… La danza… Y los altares que en las criptas se edifican. 

El proceso del duelo nos embarca en una película, una repleta de sabiduría gracias a la cual, al  final del día, nos empapamos de sabiduría, mutamos en sabios que para los demás - aquellos que  sufren del malestar que nosotros acabamos de superar… - son la guía que de forma paulatina los  van a ayudar; bien una vez le escuche decir al Guasón en la cinta, El Caballero de la noche, el  siguiente parlamento que cautiva... Mejor dicho, nos obliga a tragar como si tuviéramos una  infección en la garganta que nos tortura al saciar nuestra hambre y sed con agua, comida y  porquería... 

Al enfrentar a la muerte, o a situaciones extremas que nos hacen sudar por la frente, la gente  revela quien es realmenteAsí que, por consiguienteLa calaca nos conoce mejor de lo que  presume nuestra propia pareja, amigos y familia con la cual convivimos diariamente… 

Podría creerse que en esta realidad no existe la magia... La fantasía... O cualquier otra cosa que,  para estas alturas, nos pueda fascinar, producirnos una alegría… 

Recurrimos a lo audiovisual - productos que editoriales y productores se encargan de hornear  para así nuestra hambre saciar... - para imaginar... Sentir... Experimentar lo que es ver a un  superhéroe salvar a la ciudad, a un dinosaurio aterrorizar a los visitantes que a un parque temático  vinieron a censar o la invasión de una raza alienígena la cual se quiere hacer con los recursos  naturales que nuestra querida tierra puso a nuestra disposición para que pudiéramos evolucionar  hacia lo racional. 

Debido a esto, gran mayoría de gente piensa... Supone... Vive con la creencia de que lo  fantástico no supera esa barrera, la pantalla del cine, del televisor o de los teléfonos inteligentes a  través de los cuales observamos esas proezas; de inmediato – tras tomar muy enserio este relato…  – el mundo se vuelve más frío y despiadado... La inocencia y esperanza se ven rebasados (o  eclipsados) por algo más nefasto, un sentimiento... Una emoción... Un pensamiento creado, forjado  por nuestros hermanos, uno mediante el cual se han labrado los escaños y estratos sociales de las  civilizaciones que en nuestro planeta han imperado.  

La humildad se hace a un lado...

Nos sentimos empoderados, lo material y sintético a nuestros ojos han cautivado... Sobornado... 

Nos hacen creer que seres más allá de lo humano... 

Y no es que ser ambiciosos tenga algo de malo, sino al contrario, el no conformarse con lo  cercano nos impulsa a salirnos del cuarto, escapar de esa zona de confort de la que previamente ya  hemos hablado, explotar nuestros límites para así luchar al máximo, esforzarse cual alma que lleva  al diablo para así cultivar la vida a la que sabemos – por algún extraño motivo, puede que debido  a un despliegue místico... – estamos destinados; el conato... La problemática que se deriva de tanto  querer llenar el plato es cuando empezamos a sentirnos ilimitados, como dioses que hacen lo que  quieren con aquellos que muestran un nivel inferior al que estos se encuentran desplegando. 

Se sienten jueces y jurado... 

Seres divinos - casi bíblicos... - los cuales son inmunes a lo que normalmente debería de  preocuparnos... 

Osan creer que la muerte... Los pesares... El proceso del duelo al que nos enfrentamos  diariamente... 

A ellos, ni les concierne... 

Nomás por mencionar una experiencia que me tocó vivir en el pasado sismo del diecinueve de  septiembre de 2017. Como se acostumbra, en esa fecha se realizaría un simulacro con el cual  honrar a las víctimas que a treinta dos años sufrieron en ese día, además de prepararnos y estar  mentalizados de aquello que debemos de hacer con la esperanza de que en el siguiente desastre las  cifras críticas de luto no se repitan... Empero para mi sorpresa y la de mis colegas, muchos - al  ver que el momento de evacuar el edificio yacía cerca... - cuestionaron si era necesario participar  en toda esa orquesta, un teatrillo que, desde su opinión, no era más que un rotundo dolor de  cabeza... Es decir... Hasta la misma maestra dijo: ¿Enserio tenemos que salir, no ven que vamos  muy atrasados con el plan de estudios que con mucho esfuerzo les trato de transmitir? 

Después de mucho debate se tomó la decisión de salir... 

Ahora sí, con una sonrisa falsa en los labios mientras que con el celular... A través de una selfie...  Transmitían el orgullo que sentían por formar parte de ese evento cívico el cual sirve para  prevenir... 

Una mentira, he de decir... Ya que una vez proyectado el flash, en sus rostros una mueca de asco  y disgusto volvió a salir... 

Vaya descaro, un insulto muy vago... Situación que en cuestión de horas pagarían muy caro... …

Lo que quiero decir con todo esto… Es que… La vida es un regalo… 

Por ello, en el Día de Muertos la veneramos y festejamos... 

Apreciamos la más grande oportunidad que la evolución... El destino... O el mismísimo Dios nos  ha puesto en las manos... 

Con humildad y cariñó la honramos... Con respeto y admiración le damos el lugar que se ha  ganado… 

A través de la muerte y la pérdida surge el cambio, la desesperanza y pérdida de ánimo darían  la impresión que desean mantenernos tirados... Pero esto, sin duda alguna, es todo lo contrario...  En realidad, son el catalizador a partir del cual nos desarrollamos, a darnos cuenta de que, por  mucho que estemos destrozados... Enojados... Negando esa realidad que – sin importar cuanto se  trate de negociar con ella… – de nada servirá, pues sus decisiones y leyes superan nuestra  mortalidad... En lugar de complacer, invitan a reflexionar, a que nos demos cuenta de todo aquello  que en nuestras palmas si podemos sujetar y moldear. 

… 

Intensamente… 

Menudo título para una película de niños, da en el clave, describe a la perfección lo que es vivir  la vida cuando se le toma de la mano…


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