Como un instrumento músical puede ayudar a mejorar tu salud mental
La música ha sido siempre una forma de expresarnos y de conectar con nuestras emociones, pero hay algo especial en aprender a tocar un instrumento, especialmente cuando se convierte en un aliado para mejorar nuestra salud mental. En mi caso, el ukelele ha sido mucho más que un pasatiempo: ha sido un refugio y una forma de reconectar conmigo misma.
Compré mi ukelele cuando tenía 16 años, pero la verdad es que no lo usé mucho al principio. Estuvo guardado por un buen tiempo, hasta que llegó un momento en mi vida en el que sentí la necesidad de aprender a tocar una canción especial. Esa canción estaba relacionada con alguien que fue muy importante para mí, y en ese entonces, parecía que aprenderla era lo correcto. Sin embargo, lo que comenzó como un gesto simple terminó siendo mucho más significativo.
A medida que empecé a practicar, me di cuenta de que tocar el ukelele me ofrecía algo que no esperaba: un espacio para procesar mis emociones de una manera más sana. Lo que empezó como un pequeño reto se convirtió en algo que hacía por horas cada día, especialmente durante el verano pasado. Hubo días en los que podía pasar hasta seis horas tocando, dejando que las notas me ayudaran a despejar mi mente y a apartar esos sentimientos negativos que aún me rondaban.
El proceso no fue fácil, y aunque esa etapa dejó una huella en mí, el ukelele me ayudó a sanar poco a poco. Tocarlo me dio una forma de transformar emociones complejas en algo positivo. No solo me ayudó a superar esa relación, sino que también me permitió redescubrir mi propio ritmo y mi propia voz. Me ayudó a sentirme más conectada conmigo misma y, en lugar de sentirme nerviosa o insegura al mostrarme en mis transmisiones en vivo, me permitió ser más auténtica y disfrutar realmente de lo que hago.
Este pequeño instrumento, que había estado guardado por tanto tiempo, terminó siendo una parte crucial en mi proceso de sanación y crecimiento. No se trata de ser perfecta ni de tocar de manera impecable, sino de cómo algo tan simple como un ukelele puede ayudarnos a sobrellevar momentos difíciles, recordándonos que siempre podemos encontrar una manera de seguir adelante con el corazón un poco más ligero.
Al final, el ukelele se convirtió en mucho más que un instrumento. Fue una manera de superar el pasado, pero también de abrirme a nuevas oportunidades, tanto en mi vida personal como en mis transmisiones. La música tiene ese poder especial de sanar, y para mí, el ukelele fue el mejor ejemplo de cómo algo tan sencillo puede tener un impacto tan profundo.
Escrito por Mónica Maricela Sedas Montaño
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