Negociación
Yo ese aspecto de la obra Harry Potter y la Orden del Fénix por completo desconocía… Y la verdad, ¿Quién me lo critica?
Pues en ninguna escena, plano o secuencia se muestra en la película…
No obstante… En la novela… Otro canto se vaticina, uno derivado de la desesperación y esperanza del protagonista…
…
Hasta ahora hemos hablado de la pérdida y de la depresión horrenda y adictiva… Acerca de la negación y la ira… Bueno… Esa es otra historia que en un futuro será descrita…
Empero, antes de pasar a la aceptación bendita – esa medicina que le da sentido a nuestra celebración consentida… el Día de Muertos… Fecha en la cual no cabe la amargura y tristeza fría – se tiene que hablar de un escaño el cual, la gran mayoría, desconoce que si quiera habita, existe en la terminología…
…
¿Y si hubiera…?
Solicitar una tregua…
Estas y muchas más, son las oraciones con las que se le tiende a invocar…
Un trueque mediante el cual a la vida se le haga reflexionar, o dudar, hacerle desistir del accionar que está a nada de implementar… Uno que, a corto plazo, nos va a despedazar, lágrimas llevarnos a derramar…
…
Y sí, como decía, todo esto se refleja en una escena omitida en la cinta, una que por siempre se perdería ante aquel que los libros leer no se digna…
Me refiero con esto a una conversación que sostiene el niño que vivió con el fantasma de su facción, ese el cual su cabeza se mantiene pegada a su cuerpo mediante una hebrea que su ejecutor no podó. Tras la muerte de su padrino, Sirius (perdón por los spoilers, pero… ¿Qué rayos? La novela se publicó hace ya dieciocho años), Harry se le acerca al fantasma amigo con la intención de aclarar una duda que lo mantiene despierto cuando los demás yacen dormidos.
Esperanzado, casi que con una sonrisa en los labios…
… Le cuestiona que sí, ahora que está muerto su padrino, existe la posibilidad de que su esencia del todo no se haya perdido… Que sí, así como sucedió con él, todavía pude volver… Transformado ahora en fantasma, pues… Pero, aún mantenerse junto al ahijado que tanto juró querer, especialmente ahora que el Señor Oscuro se encuentra al acecho por aquel que lo puede detener…
Esa actitud…
El simple ejercicio…
¡He allí el trueque mediante el cual se trata de disminuir el castigo!
Aquel proceso que existe con el único propósito de ofrecernos un consuelo temporal y chiquito, uno a partir del cual nos protegemos de aquella realidad la cual nos quiere hacer añicos…
La negociación es una especie de carta mágica la cual puede ser canjeada al principio – por ejemplo, cuando algún familiar… Mascota… O amigo, sufre de una enfermedad o padecimiento el cual de a poco lo tenta con cruzar el umbral que custodia San Pedro, guardián de los cielos y del jardín bendito… – o al final (como ya se dijo, justo después de que Harry Potter perdió a su padrino…) de un suplicio… Todo con la intención de comprarnos tiempo que nos sirva para enfrentar mejor el desafío, aquel eminente escenario el cual, a pesar de nuestras clemencias, está más cerca que lejos de nuestros domicilios.
Ahora mismo, dejando el papel de escritor (aquel mentor que comparte con ustedes información), me atrevo a compartir la siguiente situación…
Hace doce años recibimos con un abrazo a un integrante inesperado, un miembro de la familia que, desde hacía ya muchos años, mi hermana y yo – gracias a la gran influencia con la cual fuimos educados… – veníamos esperando… Una mascota… ¡Una perrita hermosa! Una que, a la fecha, parece en realidad una oveja esponjosa; por 4380 días hemos atesorado su presencia y aquella actitud de princesa, disfrutado la forma en como juega, corretea y nos recibe con extrema alegría tras una jornada laboral extensa, pero… Por mucho que las alegrías y risas han durado y reinado en su mayoría… Ni ella, ni yo, ni cualquier otro integrante de la familia al cual, durante años, no ha recibido más que un inmenso amor por parte de la perrita… Pueden negar el hecho de que, a través de los años, el tiempo un gran peso y daño en su cuerpo han depositado…
Aquellos ojos azules que a muchos – cercanos y extraños… – deslumbró, se encuentran ahora desgarrados por unas cataratas blancas que la llevan a chocarse con todo lo que en su camino se encontró…
Aquel jadear insistente que con una pelota o disco decía: ¡Lanza, por favor! Ahora no es más que el recordatorio de un mal pulmonar que la forza a toser para después buscar aire con desesperación…
Ese corazoncito el cual, en su momento, latía cual zumbido al momento de transmitirnos a través de sus acciones un extremo cariñó… Ahora arroja fluido… De tal forma se ha expandido que a sus demás órganos se encuentra aplastando cual exterminador a bichitos…
Si tan sólo… Su mal cardíaco… Se pareciera en algo al crecimiento mágico que el Grinch experimentó al momento de devolver los regalos…
…
Esta situación ha desatado un encontronazo…
Por un lado, tenemos a los que están dispuestos a acortar su tormento… Es decir… Llegado el momento (en muchos años, espero…), cuando ni sus propias patas puedan soportar su peso, transformarla en un ángel que nos cuide desde el cielo; por otro, están esos que, sin importar del costo y del esfuerzo, están dispuestos en hacer todo lo posible para que se quede por un largo tiempo… Sin tomar en cuenta la cantidad de doctores… Tratamientos… Operaciones o remedios a los que se le tenga que someter al sujeto, esta rama familiar quiere que ella se quede junto con ellos…
Muerte y vida…
Eutanasia o ganas de extender sus latidos y la pasión con la cual respira… Sin importar cual vía se elegia, en ambos casos, la negociación aplica…
Unos se mentalizan en la partida (ven al sacrificio como algo bueno que, aunque doloroso, pondrá a descansar a la criaturita) mientras que otros prefieren alargar el brillo que le caracteriza – aceptando que, aunque ya no sea la misma niña que jugaba las veinticuatro horas del día, aún se mantendrá en sus filas… – Perderá un poco de su brillo, pero seguirá siendo una estrella para su familia…
Este escaño en el proceso de sanción de las heridas (etapas del duelo, para que no se piense que se está hablando de un tema ajeno al de las fases del sufrimiento…) es un deseo que se le hace a la vida, una especie de plegaria con la cual el individuo deja ver que sueña y suspira para que todo vuelva a hacer como antes… Previo a que la enfermedad, la muerte o cualquier otra dolencia afectara el curso que regía a nuestras vidas, cambiar el rumbo por el cual la brújula nos guía…
Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos…
Vaya que Viktor Frankl desprende sabiduría, en una simple frase resume aquello que la negociación intenta evitar que protagonicemos en el día a día; el cambio duele… O al menos, más desde un apartado emocional, psicológico y mental predominantemente… Una vez que nos damos cuenta que nos hemos estancado, de que ya no podemos seguir avanzando, debemos reorientar el barco, cambiar el carril por el cual el ferrocarril está transitando… Y vaya que esa palanca que otorga el cambio de vías resulta ser una piedra en el zapato, consta de un peso y una masa la cual sólo pueden manipular aquellos que están preparados, esos que de verdad se han esforzado.
Evitamos el sufrimiento… Somos humanos, ¡Claro que lo hacemos! Por ello, ante el menor indicio de que el dolor puede ser pospuesto, nos aferramos a cualquier actividad… Maleficio… O movimiento que nos dé un respiro para evitar el padecimiento… Gracias a esto, fantaseamos con el multiverso, dejamos de vivir y trabajar por un presente idóneo (fundamentado en nuestro actuar, en la seriedad y dedicación con la que solventamos los obstáculos que se despliegan en nuestro andar) para fantasear con un posible futuro en el cual solamente sonreiremos… O peor… Revivir una y otra vez un instante perdido en el tiempo, uno en el cual, de haber tomado una decisión trascendental (como, por ejemplo, no haber rechazado a la persona ideal que hoy, y tras reflexionar, te das cuenta que pudo haber sido ese amor que a tu alma iría a elevar…), ahora mismo no tendríamos problemas para poder en las noches descansar.
Y no sólo eso…
Como ya dije, ¡Somos tremendos!
Incluso cuando ya sea han ido encontramos métodos…
Formas de evitar tener que afrontar el duelo final, seguir avanzando hasta la aceptación poder alcanzar…
…
De nuevo a ejemplificar, alguien me dijo que con esos es mucho más fácil relacionar…
Publicado mediante un manga – la propia versión de los cómics que existen en Asia… – se nos relata una historia, la de Naruto Uzumaki, ninja el cual aspira a convertirse en el Hokage… jefe de su aldea… Algún día; a través de diversos tomos y capítulos… De paneles y bocetos que el mangaka (autor de la obra, así se le conoce al susodicho…) ha escrito, se enfrenta a una gran cantidad de peligros y acertijos, un sinfín de desafíos los cuales lo llevan a explotar sus habilidades hasta límites nunca antes vistos.
No obstante… A pesar de todos los monstruos, villanos y bandidos, nunca a ellos les planta cara solito, siempre se ve acompañado de sus inseparables amigos… ¡Y claro! De aquel maestro que le enseña trucos, técnicas y maniobras de combate con las cuales derrotar a los susodichos que a la paz han comprometido; dentro todos los que ha tenido… Hay uno muy querido… El maestro Jiraya, el sabio pervertido, aquel legendario Sannin el cual muchas guerras ya ha vivido.
Esos dos compartían un vínculo…
Uno que se fortaleció con el pasar de los capítulos…
Pronto, pasaron de ser aprendiz y maestro de sellos que a los dedos deja tullidos…
A consolidar una relación estilo padre e hijo… Algo muy bonito, considerando que, hasta ese momento, Naruto no había tenido a una figura paterna que lo pudiera guiar por el camino…
…
Eso, claro, si no contamos a Iruka y Kakashi… Pero, bueno, aunque Naruto se lleve bien con ellos, la realidad es que… No están muertos…
Y he ahí la cuestión, lamentablemente llega el día en el cual Jiraya pierde la vida tras enfrentarse a un matón, un terrorista que a su pupilo (aunque en realidad me gustaría decir hijo…) estaba casando para así arrebatarle un poder demoníaco y prohibido el cual yacía dentro del niño; la noticia fue devastadora para el elegido… Tras enterarse de lo sucedido… Cayó en una tremenda depresión que por un momento lo detuvo de seguir labrando su destino…
Y es aquí cuando el rubio de ojos azul marino retoma un elemento muy poco visto, elemento icónico que caracterizaba y unía a los dos payasos del pueblo escondido…
Una paleta de helado doble…
Una que, después de los entrenamientos, compartían para aplacar el calor que los tenía fritos…
Insignia que los unía en vida… Y en la muerte… Le permitía al joven ninja regatearle a la huesuda cinco minutos con aquel maestro con el cual compartió tanta alegría y euforia absoluta…
Parecería – debido al tabú que les eclipsa – que sufrir o encontrarse en cualquiera de las cinco fases del duelo es un gran problema del cual uno sólo puede salir a partir de arduo trabajo… Esfuerzo… Y ganas de vivir la vida, retomar las actividades, proyectos, y deseos que nos motivaban antes de que la catrina se apareciera a las puertas de nuestra capilla (tocando de forma insistente hasta que ese al que le toca colgar los tenis o zapatillas la reciba…), sin embargo, cualquiera de estas fases pertenecientes al pentágono las experimentamos sin que el Armagedón o un terremoto titánico nos obligan a tomarlas de las manos.
¿Cuántas veces uno no se levanta cabizbajo, sin muchas ganas de ir a la escuela o al trabajo?
¡¿Cuándo no hemos gritado, sentido ira?! ¡¿Pataleado cual infante que ha perdido un juego frente a sus hermanos?!
Qué levante la mano aquel que se atreva a declarar a los cielos que nunca se ha frustrado, negar la situación en la que se ha estancado hasta que la fortuna le favorezca… ¿Y no a cualquier otro fulano?
Y ahora, implementando el nuevo término que en este artículo recién se ha desglosado, ¿Quién no ha fantaseado, perderse en una tierra imaginario que nos lleve a olvidar la cruz que en la espalda estamos cargando?
…
Ahora, respondiendo la pregunta del millón… ¿Qué hacer con respecto a la negociación, menuda etapa que parece más un capricho que una difícil situación?
Muchos textos he leído, a muchos expertos he recurrido… Y la verdad… No he dado con el contra hechizo, el perfecto bálsamo que de tajo pode ese arbusto torcido… A lo mucho, más que un mandato, he recibido un consejo de sus labios, uno que se relaciona de forma directa con la solución al problema pasado… ¡La depresión, por sí ya lo han olvidado!
Se tiene que dejar al afectado en paz, estar cerca por si nuestra ayuda y apoyo llegan a necesitar… Pero, a largo plazo, esperar… Es muy probable que se repitan y vivan dentro de estas burbujas idílicas por un largo tiempo, reviviendo en sus cabezas todos y cada uno de esos hipotéticos escenarios… Meditar lo que pudieran o no haber hecho para aprovechar mejor el tiempo que ellos consideran desperdiciado, sortear los posibles universos alternativos en los cuales, una decisión o acción, pudieron haber sido la montaña que detuviera al tornado…
Llegará el momento, después de tanto vivir dentro de un bucle en el tiempo, en el que irán procesando el sentimiento, alejándose de la mística, de a poco volver a aceptar esa realidad que ya no puede ser reescrita… Eventualmente… Aprender a convivir con ella, aprender de las dolencias, aceptar los golpes que nos ayuden a mejorar nuestras defensas.
Así y sólo así, los recuerdos que preservamos en la vitrina nunca perderán el brillo que los caracteriza…
La gente que en nuestra mente siguen con vida, por siempre mostrarán una sonrisa y no una cicatriz llamativa…
¿Quién hubiera creído que todo este contenido informativo nos brindan las películas?
¡O en las caricaturas e historietas de palitos y figuritas! Espero que, con esto, la gente veo que no todo lo que se publica es una artimaña sucia y con el fin único de obtener una gran cantidad de moneditas, hacer que los padres se desentiendan de sus hijos hasta el momento en que finalice la cinta…
Comentarios
Publicar un comentario