Pérdida y Dolor

¡Hola a todos! El mes de noviembre es un mes mágico y especial para los mexicanos, y nada tiene que ver con las fiestas decembrinas que ya están a nada de alcanzarnos. El Día de Muertos para muchos es sagrado, es una festividad que nos invita a recordar con cariño y orgullo a nuestros seres amados, de nuevo abrazarlos… Sin embargo, detrás de las Catrinas y flores de cempasúchil, se esconde algo amargo, pues, para poder recordar a nuestros antepasados… Significa que ya nos han dejado… Hoy abordaremos el tema de la muerte, el dolor y la pérdida que nos dejan aquellos que parten hacia el otro frente.

Desde Zapatos al Aire, 

Un abrazo.



Y llegó noviembre…

Mes cualquiera ante los ojos de un ajeno – extranjero… – el cual sólo viene a pasar el puente…

Pero, para los demás, (mexicanos que en su sangre poseen una conexión ancestral) representa una fecha para no olvidar… Sino recordar… Una avalancha de emociones y situaciones que nos llevan a cantar y bailar, rememorar a todos aquellos cercanos que – sea por enfermedad, atentado, o causa natural… – se nos han adelantado pudiendo o no con anterioridad avisar…

Época del año en la cual veneramos… Celebramos… Tomamos las calles y los camposantos al son de un mariachi alocado, todo con el fin de enaltecer un concepto que… Por naturaleza… Le aterra al ser humano…


Entender el Día de Muertos es complicado… No por nada, hasta en películas de dibujos animados, se ha hecho un esfuerzo titánico cuyo fin es el de explicar un término que muchos confunden con algo más malvado y macabro…No por nada recuerdo haber leído, ya hace algunos años, un artículo americano redactado por un eclesiástico el cual – alarmado… – se quejaba de la conducta que en nuestro pueblo llevamos a cabo pues comparaba nuestros rituales… Desfiles… Y ofrendas a nuestros antepasados como una forma engañosa y retorcida de adorar al diablo… Algo en lo que (ya sea por falta de información o por poca disposición a la investigación) se ha equivocado, le había dado una mala interpretación y lectura a partir de sus conceptos y enseñanzas con las cuales fue educado.


Resulta extraño el malentendido retratado…

Es decir…

¿Cómo es posible que una festividad, patrimonio oral e intangible de la humanidad, aún sea vista en diversas partes del mundo como algo malo que se debe de erradicar… Sortear… O ignorar?

La verdad… Si se me permite opinar… Puede que se daba al punto clave que los demás países tienden a obviar… O a olvidar… Y todo por perderse en la imagen de la Catrina, las calaveritas – de azúcar… Amaranto… O diversos chocolates que obligan a que de la boca escurra saliva – o en las flores de cempasúchil que adornan las avenidas… Plazas… O criptas…


Como diría T’Challa… Pantera Negra… En su cinta, o en la película del Capitán América, esa en la cual una guerra civil divide a amigos y familia…

La muerte en mi cultura no es el fin… Es, más bien, un punto de impulso…

Mientras la gran parte del mundo ve al óbito como algo espantoso que no se le desea a ninguno…

Para nosotros… Es más bien sólo el siguiente paso que nuestras almas dan en este vasto universo oscuro…


Empero, surcar los cielos – aquella vía láctea que iluminan al firmamento cuando cierta parte de la tierra se ve obligada a descansar del calor que el sol desprende de su centro – es sin duda alguna un éxodo…

Uno para el cual, hasta estos momentos, no tenemos una guía… Un mapa… O algún referente que nos guíe en el proceso, saber que hay más allá del cuerpo… El cielo… Y el infierno…

El ser humano le teme a lo desconocido…

Y en esta vida, no hay nada más místico… Ajeno a lo racional y al método científico… Que el proceso por el cual el espíritu se desprende de este mundo físico…


Eso… ¡Y quizás también los hoyos negros, esos monstruos de materia que se ocultan en el cielo y nos privan de su conocimiento!


Pero de eso hablaremos luego, por ahora, toca enfocarnos… No en el Día de Muertos – que es lo bonito y bello, una metáfora colorida sobre lo que viene después del entierro –… Sino en el cómo se llegue a eso… Los pasos previos… Todo el dolor y sufrimiento que, en un principio (y a lo largo de los años, pues eso se convierte en una cicatriz que, mediante los recuerdos, nos dan un repaso de lo que alguna vez fue una agonía monstruosa la cual no dejaba de torturarnos), nos forzó a arrodillarnos, derramar lágrimas saladas tras la pérdida del más amado… Un familiar… Un amigo cercano, inclusive plañir por la muerte de alguna mascota que en su momento para nosotros era lo más sagrado.

Para hacer esto, primero, debemos ponernos los zapatos, descender por aquel pozo negro y profundo en el cual todos terminamos…

Analizar a la muerte por lo general se hace desde dos ángulos, dos visiones tan cercanas y distintas que hasta parecería que estoy bromeando: desde el papel de la víctima – aquel que pudo o no haberle dicho adiós a ese ser que ya no respira – y desde aquel que a la distancia vigila, observa con impotencia… Confusión… Intriga… Dubitativo sobre el cómo proceder a consolar a ese que suspira, gime de forma aparatosa tras observar cómo su mundo al final se hizo trizas.

¡No sabes lo que se siente, tú todavía puedes abrazar a los que te quieren!

Esa frase, por desgracia, ya la he escuchado muchas veces…

El sentimiento de pérdida es individual, cada quien lo dota con su propio significado, su propia manera de reaccionar… Si tuviera que hacer un símil, ejemplificar, diría que es lo mismo que sucede cuando nos enfrentamos a un desastre natural… Sí, podemos hacer simulacros, practicar, ensayar una… Y otra… Y otra vez para estar preparados al momento de escuchar las alarmas chillar… Sí, podemos presumir y gritar a los cuatro vientos que somos unos expertos… Maestros… Líderes con la capacidad de fungir como prefectos, de guiar e iluminar a esos que por sí solos se perderían en el proceso…

Pero… En cuanto tiembla…

¡Uyuyuy, en cuanto tiembla!

La mayoría se asemejan a pollos sin cabeza, corriendo y gritando a la espera de que pase la tormenta… Ignorando el orden y las reglas… Esas que tanto ensañaron y presumieron tener tatuadas en sus caretas…

Mientras que otros – por lo general, aquellos por los cuales no hubieras apostado ni un poco… – se vuelven y muestran poderosos, volviéndose caudillos capaces de atender nuestros llantos sonoros, mostrarnos el camino para que la calma apacigüe a nuestros brazos temblorosos…


¿Aún no ha quedado claro, sigue en duda este malestar rancio? Sólo vean la imagen…

Esa secuencia en Buscando a Nemo a muchos dejó helados… Chicos y a Adultos bien formados… Pues la crueldad, el arrebato, el cómo el pobre Marlín – el pez payaso… – perdió todo lo amado de tajo…

Ni bien había terminado de escoger nombres para los retoños que en un futuro lo acompañarían a explorar las cálidas aguas del entorno, cuando un depredador se comió todo… Dejándolo completamente solo…

Mentira… Aún le quedaba a Nemo… Pero, después de eso, ya no pudo volver a hacerle justicia al nombre de la especie que le heredaron sus ancestros; las cicatrizas de ese día lo condicionarían… Por siempre perseguirían…


Pérdida y dolor… Vaya y que es difícil poder desmenuzar algo tan gigante… Es como querer tapar con un dedo al sol…


El concepto es tan grande que inclusive no se puede llegar a pensar o creer que tan sólo la muerte puede generar tal dolor… En la vida hay peores cosas que a nuestro corazón pueden llegar

a destazar cual si fuera un jamón; las emociones negativas… Sentimientos que nos llevan a escupir bilis y veneno para herir a nuestras víctimas… Son reacciones que generan una satisfacción finita, una así de cortita, una que al toque se disipa… Dejándonos, a largo plazo, con una herida… Una cicatriz que, sin importar lo que hagamos, jamás se quita, por siempre será el recuerdo del dolor y penas que causamos en nuestras víctimas.

Traición… Celos…

Ira y dolor…

Todos y cada uno de estos rubros nos pueden llevar a perder… O a cortar… Lazos de amor, dejarle de hablar a un amigo o a un familiar que desea nuestra atención, ignorarle por años y años hasta que la tragedia… O el tiempo… Nos hagan lamentar y repudiar nuestra decisión…

El cómo se sufre depende mucho de la conexión…


El nivel de afecto y cariño que se le tiene a ese alguien o algo que se vuelve indispensable para nuestro corazón…

Entre más pasión… Más grande y profundo será el pozo el cual nos sumerge en sombras y ecos de cosas que pudimos o no haber hecho mejor…

Mayor será el frío de esa agua que a nuestros sentidos neutralizará cual celular con bloqueador… …

Este dolor… Esta pena… Este endemoniado calor, es muy diferente al que experimentamos con regularidad al momento de realizar nuestra labor…

A diferencia del dolor físico, este desconsuelo viene en un combo de terror; la parte emocional – rubros que engloban a todos y cada uno de los sentimientos y emociones que gobiernan a nuestro corazón – y mental – aquellos pensamientos que nos llevan a reflexionar, organizar actos de bondad… O desatar a una legión de demonios que a cercanos y extraños terminan por aplastar… – de pronto se ven rebasadas por algo que nunca vieron llegar, una falla en el sistema que nos resetea… Obliga a que actuemos como infantes los cuales lloran, patalean, hacen pucheros por una paleta.

Esta onda expansiva que afecta por dos, de igual forma, puede forzarnos a adoptar una actitud de luchador… Y no en el buen sentido, desde la perspectiva de un gladiador, aquel que recibí los golpes de la vida antes de declarar: Ummm… ¡Más por favor!

Muchos se vuelven fríos… Su actitud y carisma muta en algo sombrío… Aquella luz que los caracterizaba se extingue cual fuego en época de frío, dejándonos, en su lugar, con un matón de carretera que a trancazos su dolor trata de apaciguar, una roca punzante y desgarrada que…

Mediante sus acciones y palabras… A sus cercanos puede alejar, forzarlos a abandonar ese barco el cual lo está hundiendo su capitán.

Llanto y ganas de vomitar…

Furia y deseos de ver como los demás experimentan el malestar…

Las penas… La pérdida… Así como la Gema del Alma (artefacto de inmensa importancia en el universo de Iron Man…), te otorgan algo después de que la vida… O el destino… Te arrebata los más sagrado de tus uñas, dedos y piel sana…

Después de haberte quedado sin esos deseos de ver tus sueños materializados… Te dotan de una motivación propia de los villanos… Una depresión que te lleva al borde del colapso, una locura que te hace recorrer un éxodo en el cual muchos se quedan estancados…


Librarnos de esa hecatombe de sentimientos apestados es… Por sintetizarlo… Complicado, imposible para muchos que se la pasan gran parte de sus vidas intentando y fallando…

No obstante, como todo en la vida, existen ciertas vías que nos pueden servir como guía… Ayudaditas… Para poder escalar los muros lisos y escurridizos de aquel pozo en el que nos hemos recluido…

Son cinco caminos, cinco colinas que hemos de superar para poder salir vivos…

Poder apreciar a la pérdida sin el corazón partido, unirnos a la fiesta en la cual se venera a la calavera… Una práctica de terapia… Una que garantiza ayudar a las masas…


Por ahora, lo único que queda es decir que, para poder vencer a la pérdida y al dolor que esta conlleva, primero lo primero (cual alcohólico o drogadicto cuyo fin último es el de generar en sus vidas un cambio positivo), es reconocer el problema… Abrazar al desconsuelo y aflicción que estas nos dejan… No negar a la espera inocente de que, si no nos encuentran, entonces continuarán con su agenda, irán a molestar al siguiente que en la lista de la Calaca se encuentra.

Como lo retrató, Sun Tzu, en su escrito… El arte de la guerra…

Si conoces a tu enemigo y te conoces a ti mismo, no deberías temer el resultado de mil batallas. Si te conoces a ti mismo, pero no a tu enemigo, por cada batalla que ganes sufrirás una derrota. Si no conoces ni al enemigo ni a ti mismo, perderás todas las batallas’.


Como si se tratara de un virus que desencadenó una letal enfermedad, a la pérdida y dolor se les debe de analizar para dar con la cura que les pueda erradicar…

Pero para ello, primero, uno se debe de infectar…

Ya sea porque el patógeno nos encontró al final sin importar de las precauciones que uno adquirió…

Por que ayudamos a familiares… Amigos… O terceros que sufren debido a la infección… …

Sólo así se podrá entender al Día de Muertos, evitar quedarnos con lo somero… Los dulces, arreglos coloridos, y puentes para dejar de trabajar de lleno…

La muerte es sinónimo de vida, desde que uno nace está destinado a la cripta, de cerca siempre nos sigue la Catrina… Cada paso que damos – ya sea que avancemos o terminemos por tropezarnos… – ella vigila, notando y evaluando cuanto valoramos el regalo que representa tener un cuerpo de materia física… Si con nosotros siempre camina… ¿Por qué tratarla como sombra maldita? ¿Por qué no como una amiga, una que estará siempre con nosotros en esta y en la otra vida?


Entrada elaborada por Lucio García Cuétara, voluntario de Zapatos al Aire A.C.

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