Propósito y Cambio
¡Hola a todos! Llegado el final del año, surge la ilusión de poder cumplir las metas que por X o Y no pudimos cumplir en este que está finalizando… La tradición de las doce campanadas, de comer las doce uvas para que así nuestros propósitos y metas en el entrante se vean materializadas y alcanzadas… A cualquiera le motiva el alma, inspira a trabajar en ellas desde el día uno con bastante esperanza… Pero, en todo esto existe una trampa, un obstáculo invisible por el cual muchos no logran llevar a buen puerto las metas planeadas… ¡Hoy, a cuatro días de haber empezado este 2022, hablaremos de cómo no rendirse cuando la realidad, a estas ambiciones, terminan por alcanzarlas, a no dejar que nuestras propias debilidades nos anclen a la cama!
Desde Zapatos al Aire, Un abrazo.
¡La primera del año!
¡Por fin se acerca la recta final del año, el Guadalupe reyes ya ha comenzado!
Mientras que algunos se encuentran enfocados en la familia, en los regalos o en terminar por degustar un buen taco… Existen otros que prefieren enfocarse en lo que ocurre a tan sólo siete días – si se toma como punto de partida el veinticuatro, claro… – de la noche en que se le deja a Papa Noel galletas y leche fría…
En su mira ya se encuentra el último día, el treinta y uno de diciembre, la despedida… …
Esta fecha es única, carga con su propia luz que guía, motiva…
La idea de una nueva jornada cautiva… Como si se tratara de un personaje de película el cual, por algún motivo, a otro universo visita… La gran mayoría se ilusiona con cumplir futuras metas que, debido a las carencias, desánimo y demás obstáculos que arriban a nuestra puerta, se vieron incompletas…
Rituales y fiestas – desde comer doce uvas hasta el color de ciertas prendas… – en su honor se empiezan, todas y cada unas para alcanzar la grandeza, prepararse para empezar esos viajes que momentos antes parecían desastre… Pero que ahora, quizás alimentado por la euforia… Parecen alcanzables, favorables…
La luz de la esperanza en esos instantes… Vaya que arde… Pero, como si se fuéramos parte del mito de Ícaro y Dédalo, hay que saberlo llevar para evitar quemarse…
…
La promesa de un nuevo inicio es intoxicante… ¡El futuro no está escrito, cada quién edifica su destino…! Y con esas palabras, la gente comienza a agandallarse, creerse que son capaces de servirse más comida que a sus estómagos puedan saciarle… Provocan al final desastre… Un desperdicio de alimentos que, en retrospectiva, sabíamos que no éramos capaces de masticarles, ¡O quizás sí lo éramos! Pero carecimos de la paciencia necesaria para aguardar a que terminaran de cocinarse.
¿A dónde quiero llegar con esto? Sencillo, me gustaría abordar la desdicha que uno siente al ver que sus metas y sueños no se han cumplido…
De recapacitar y entender nuestra situación antes de volver a decir: este año no fui al gimnasio… ¡Pero ya verán como el próximo termino con el abdomen marcado!
De volver a sentirnos decepcionados… Un verdadero fiasco… De mirarnos al espejo y decirnos con tristeza…
Una vez más, hemos fallado…
¡Y esto no se debe a que el fracaso sea algo penado! ¡Dios, claro que no! Como ya se ha venido diciendo, una vez en el suelo (como si se tratara de una planta la cual se nutre y alimenta de nuestro progreso y esfuerzo), lo único que nos queda es ponernos de pie para seguir combatiendo, librar una guerra en la cual, aunque bien puede que no ganemos, con algo siempre nos quedaremos, una enseñanza, un recuerdo, un motivo que nos impulse a nunca más sentirnos pequeños.
No…
Lo que quiere transmitir en este texto es que, para poder llegar al éxito (uno con el cual llevemos soñando desde hace tiempo), tenemos que tener muy en claro el camino que hay que recorrer para alcanzarlo; en esta realidad – por mucho que nos haga enojar… – la magia no existe como tal… Si queremos que los milagros sucedan, nos tenemos que aplicar… Ponernos a trabajar, emplear nuestra energía y fuerzas en objetivos que paso a pasito nos acerque al tesoro que con codicia deseamos tocar.
Incontables historias y relatos conozco sobre personas que, en víspera de año nuevo, se prometen el cielo, plantean objetivos que… Para uno ajeno a la mente y cuerpo del individuo el cual los presume como su próximo gran éxito… Requieren un titánico esfuerzo, cambios tan violentos en el pensamiento los cuales marcarán un antes y un después para ese sujeto… Algo que muchos, a la larga, no están preparados para correr ese riesgo, desprenderse de lo cómodo y directo para abrazar el sacrificio duradero.
…
El propósito más común que existe en el universo es el de bajar de peso, meta que podría aparentar ser sencilla desde lejos…
Pero, para hacerlo, se deben renunciar a los privilegios… A las pizzas, el nulo esfuerzo físico y demás labores las cuales eviten que sudemos, que nuestro pulso cardiaco se eleve a un nivel el cual desconocemos… Todo con la intención de ser más abiertos, abrazar lo bueno, lo sano y lo que de verdad necesita nuestro cuerpo…
Muchos empiezan al cien por ciento, desde el día uno ya se encuentran ejercitando sus cuerpos, abarrotando gimnasios y comiendo ensaladas y demás brebajes los cuales – para ellos… – garantizaran verse más… Bueno… Pequeños, jejeje.
Pero, al poco tiempo… Cuando empiezan a dolor músculos y huesos, cuando los antojos empiezan a ocupar el pensamiento y, sobre todo, cuando no vemos los resultados que nos generaron tanto anhelo… Tristemente, se renuncia a seguir por el sendero, esa colina MUY cuesta arriba que, desde lejos, la observamos con interés y euforia antes gritar a los cielos…
¡Sí podemos!
…
Este es sólo un ejemplo, pero, tal y como sucede con este proyecto, existe otros muchos los cuales resultan ser un mundo, un reto mucho más grande y profundo que al final la gran mayoría siente que sólo están reservados para algunos…
…
Sí a alguien se le hiciera la promesa que un tercero pagará todo lo que él, en los siguientes cinco minutos, pueda guardar en sus maletas, la euforia y el éxtasis le llevarían a cometer errores y descuidos debido a las emociones que se han apoderado de su cabeza; supongamos que, como necesidad directa, sólo requería de una licuadora para volver a hacer con calma la cena… Ahora, bajo esta condición perfecta, esta carencia se vería sepultada por la riqueza, el tomar toda clase de artículos electrónicos, teléfonos, pantallas y tabletas, objetos innecesarios que nos ciegan… Provocando que, si bien muchos podrían mantener el rumbo, otros se pierdan hasta el punto de que al final no pueden hacerse con lo puro y lo absurdo.
Las metas en la vida son buenas, pero sólo si se tiene en cuenta el trabajo que hay que implementar para llegar a ellas… El echo de comer uvas mientras se desea no será suficiente para que Diosito, con el pulgar arriba, ese afán nos conceda… Más aun si a corto plazo no se piensa, que se presuma que se dará un paso gigante que al chile nos acerque a estas; se necesitan objetivos accesibles que, de forma lenta pero segura, nos conduzcan al final por el cual recurrimos a estas.
Para bajar de peso, por ejemplo, se requiere de un cambio de mentalidad que a cualquiera dejaría perplejo, uno el cual nadie sabe cómo llega – de lo contrario, este producto milagro desde hace ya tanto venderían las farmacéuticas… – pero que al tocar a nuestra puerta, para siempre, en nuestra vida, se queda; muchos atribuyen a que este DESPERTAR (motivo por el cual uno de repente desea cambiar, reorientar su existencia hasta en aguas más tranquilas transitar) se deba a la edad o a la enfermedad, a una reflexión profunda de lo que está mal y, por ende, de lo que se debe de modificar… Pero, si este no es el caso, si uno, por mencionar algo, tan sólo quiere tener cuadritos en su abdomen para verse guapo… Entonces las motivaciones e impulsos, al momento de enfrentarse a lo más duro, se evaporarán cual humo, nos dejarán tirados sin plan alguno, no dejándonos de otra más que volver a empezar desde el cuadro uno.
Y si este escenario se repite y repite cada año, que absurdo… Cual político, uno sólo promete para después olvidarse debido a fines más vagos, placenteros y oscuros…
…
En lugar de ir corriendo al gimnasio para tramitar una membresía que sólo en una o dos ocasiones se va a usar… ¿Por qué no primero se sale a caminar? Quizás por la misma oficina o para ir a la tiendita de la esquina a comprar…
En lugar de buscar dietas y regímenes alimenticios que prometen la grasa quemar… ¿Por qué no empezar por el refresco dejar de tomar? Acompañar nuestras comidas con un vaso de agua o de frutas frescas que al sabor no tengan que sacrificar…
En lugar de soñar con el día en que, a ciertas damas o caballeros, con el físico, se puedan cautivar o enamorar… ¿Por qué no empezar durmiendo las ocho horas recomendadas para así al metabolismo ayudar?
Podría seguir todo el día, pero creo que ya me dí a explicar…
En artículos pasados se mencionó que la libertad podría asemejarse a la situación a la que se enfrenta un pájaro enjaulado, uno que al mínimo espacio ya se ha acostumbrado… Dentro de tú casita tienes todo lo que necesitas – agua, semillas y ramitas… – así que, por mucho que el instinto natural te dicte andar libre por la vida ¿Por qué hacerlo cuando la comodidad y seguridad allá afuera nadie te las garantiza? ¿Por qué arriesgarte a enfrentar obstáculos y desafíos que vengan a empeorar la situación vivida?
…
Nosotros somos nuestro peor enemigo…
Cual siete pecados que los demonios desataron sobre las creaciones del cielo… La ira, el miedo, la avaricia, la gula, la pereza, el narcisismo y la lujuria… Debido a sus egos, no quieren que avancemos…
La impaciencia e inmediatez nos limitan a intentar algo por un largo tiempo… Sí a las dos semanas de hacer ejercicio no veo los frutos de mi esfuerzo… Entonces el régimen al que me estoy sometiendo es imperfecto, una tomadera de pelo…
Si a pesar de los sacrificios austeros aun no tengo el dinero suficiente para hacer el viaje que quiero… Si a pesar de querer hacerlo, aun no puedo dejar el vicio el cual – posiblemente… – esté haciendo estragos a mi mente, familia y cuerpo… Sin importar cuanto ansié estar junto a ese cuerpo (mujer u hombre que ha cautivado cada fibra de mis emociones y sentimientos), no me atrevo, carezco de la valentía y coraje necesarios para así darnos la oportunidad de conocernos… Entonces… ¿Para qué seguir con este juego?
Es triste ver este ciclo enfermo cada año sin indicio claro de que todos los esperanzados podrán romper este bucle que los obliga a intentar para después renunciar al poco rato, a varios que, tras verse cara a cara con el fracaso, optan por aferrarse a una realidad que no se merecen ni de paso, considerar que esos sueños alocados… Son sólo eso, sueños, unos alimentados por la fantasía y la esperanza de un mejor trago… Unos que, sin importar del esfuerzo jamás se verán materializados… Puede que, por eso, las historias de superación personal nos cautivan e inspiran a volver a intentarlo, a volver a conversar con nuestra mente y cuerpo para así dar un puñetazo en la mesa el cual sea acompañado con un…
¡No, esto aún no ha terminado!
…
Actitud de soldado…
Determinación, paciencia y disciplina que no puedan ser destruidas ni por los vientos huracanados de un tornado…
Fijar la vista en un objetivo claro, ir de trinchera en trinchera en lugar de ir corriendo a la base enemiga como un maniático desesperado…
Ser realistas y entender que esto no es mágico, el verdadero cambio – cual frase de político… – está en tus manos, y no en la varita de una hada madrina que, desde el cielo, de nosotros se ha apiadado…
…
Esa imagen legendaria – la silueta de como Rocky Balboa logra escalar esa montaña imaginaria… – no está de adorno, un vil recurso para cerrar con broche de oro…
Existe para hacer ver que cualquier batalla puede ser ganada… Meta alcanzada… Adversidad superada, que no existe tal obstáculo que, con dedicación, trabajo y esfuerzo…
El sudor de nuestra frente, el burbujeo de nuestra sangre y las lágrimas que a nuestros ojos enjuagan desde adentro…
Pueda decirnos: ¡Ya basta! ¡Estate quieto, esa actitud de autosuperación no me provoca ninguna gracia!
…
Eso es lo bueno de la vida, que siempre hay un nuevo día…
Un instante que sirve para recargar pilas, normalizar la forma en que uno respira para así serenar la cabeza y los ánimos que se han ensuciado con el aire turbio de la ansiedad y la idea del fracaso que paraliza…
Para muchos personajes ficticios y reales esta frase es su guía… Nunca te rindas…
¡Ánimo! Hay que seguir peleando, esperar a que la campana del cuadrilátero suene para así recibir con una sonrisa el siguiente asalto, creo fervientemente que Dios no pone en nuestro camino ningún obstáculo el cual no podamos superarlo…
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