La utilidad de lo llamado inútil

 

Zapatos al Aire A. C. 

Talib Zamudio


Vivimos en un mundo en el que constantemente tenemos que hacer cosas útiles o, por lo menos, eso es lo que se espera de nosotros. Mientras crecemos se nos dice que tenemos que comenzar a trabajar y no debemos perder el tiempo en cosas que “no sirven para nada. Para algunas personas, cuando deben decidir qué estudiar o a qué dedicarse se les dice que estudien carreras que sirven para algo o que le den algo útil a la sociedad. Cada vez tenemos menos tiempo de hacer cosas que disfrutamos porque nos dicen que siempre tenemos que trabajar y ser productivos.

En la actualidad todo el tiempo nos dicen que seamos útiles, pero ¿qué es lo inútil? Lo que usualmente se llama inútil es lo que no deja un producto físico después del trabajo o lo que no produce “dinero”. Por ejemplo: un doctor es alguien que hace algo sumamente útil para la sociedad: mantiene bien la salud de las personas, ese es su producto.

Otro ejemplo es un arquitecto: construye casas (con ayuda de los albañiles), ese es su producto. En ambos casos, el médico y el arquitecto son pagados por su trabajo, ya que la gente considera que su trabajo es útil. Un ejemplo de algo que usualmente se considera inútil es la pintura, la literatura o la filosofía. Esto no significa que la gente no lea o no vaya a museos, significa que ven a estas disciplinas como hobbies, pasatiempos, no como un “trabajo de verdad”.

Ahora bien, puede que esto que la gente llama inútil no lo sea tanto. La razón por la que la literatura, las artes o las humanidades en general son llamadas inútiles es, muchas veces, porque supuestamente no generan riqueza. Sin embargo, esta es una de las características que las hacen más valiosas. En la actualidad todo o prácticamente todo tiene un precio: la ropa, los celulares, el transporte público, etc. Todo lo que tiene un precio implica perder algo para conseguirlo. De la misma manera, cuando se quiere compartir algo, por ejemplo, un chocolate, ropa, etc. eso que se comparte se pierde, ya no lo tienes completo para ti. 

El filósofo italiano Nuccio Ordine propone que lo llamado “inútil” no tiene realmente un precio y tampoco se pierde para conseguirlo o para compartirlo. Piensa, por ejemplo, en los conocimientos de historia. Supongamos que tú eres un gran conocedor de la historia de México y decides platicarles a tus amigos de tu parte favorita de la Revolución Mexicana.

Tus amigos obtendrán conocimiento sin que tú pierdas el tuyo. Lo “inútil” no se pierde cuando se comparte y no se pierde cuando se intercambia, puede multiplicarse indefinidamente, o sea, puedes compartir tus conocimientos con muchas personas sin perderlo y, probablemente, adquieras más conocimientos. Compara esta característica de lo “inútil” con cualquier otra cosa: para compartir comida tienes que quedarte sin una parte, para compartir ropa (una chamarra por ejemplo) no puedes usarla mientras alguien más la usa, etc.

Lo “inútil” se puede otorgar sin miedo a perderlo, esto hace más sencillo compartirlo con “gratuidad”, gratis y disfrutarlo sin miedo a perderlo. Lo que quiero que entiendas es que hay cosas que no se pueden comprar, que se pueden compartir, que se pueden hacer sin dejar un beneficio económico, es decir, sin recibir necesariamente dinero con ellas, pero que su utilidad es el ser disfrutables y compartibles sin límites: el saber, la literatura, la música, la danza, los conocimientos sobre historia, etc.


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