Psicología: ¿Qué son las adicciones?
por Rebeca Herrera.
¿Alguna vez te has preguntado por qué la gente apuesta una y otra, y otra vez en casinos, a pesar de tener grandes deudas?, ¿o por qué es tan fácil hacer que un niño pequeño se porte radicalmente bien al mostrarle el dulce que puede ganarse?
La respuesta es simple: el sistema de recompensa. O lo que es lo mismo, placer y aprendizaje.
El sistema de recompensa es un proceso mental que permite a cualquier persona asociar una acción o suceso (ya sea voluntario o circunstancial) con un resultado placentero posterior. Esto es especialmente importante si tenemos en cuenta que nuestro cerebro está hecho para sobrevivir y eficientar energía. Él está atento a lo que hacemos y a lo que sucede a nuestro alrededor, para proveernos con un abanico de acciones que se adecuen a lo que hemos aprendido.
Aquí un ejemplo: Mario es un niño al que le molesta mucho comer sopa de verduras. La última vez que se la sirvieron él la tiró a la basura, sus papás se dieron cuenta y lo regañaron mucho. Mario aprendió que está mal tirar la sopa de verduras a la basura. Entonces, la próxima vez que le sirvan de comer sopa de verduras, Mario pensará en alternativas para evitar el regaño; puede esconder la sopa, o puede comerla, pero ya no pensará en tirarla a la basura porque sabe que está mal y le ha generado un malestar con sus papás.
Así como con la sopa, tú y yo hacemos asociaciones contínuamente para tratar de entender cuál es el mejor modo de actuar, que se adecue a los principios mencionados anteriormente: supervivencia y placer. El sistema de recompensa está encargado de ejecutar conductas, afianzar aprendizajes, y tomar decisiones. Nos permite contemplar las diferentes opciones que tenemos y optar -en principio, de manera voluntaria, por una de ellas, aunque todo suceda de manera rápida y cuando es inconsciente pueda parecer algo automático.
Todos estamos aprendiendo a ser humanos, es nuestra primera vez existiendo y no hay mejor manera de aprender que haciendo y equivocando en el andar.
Ahora bien, una adicción es básicamente un conjunto de hábitos, procesos mentales y redes neuronales que operan para realizar una conducta de manera compulsiva (sea esto consumir una sustancia, o ver pornografía, por ejemplo). Este conjunto de elementos, aunque a veces sea sutil, implica riesgos para la salud integral de la persona, y en ocasiones, para su vida.
Si quieres entender de manera simple los movimientos psicobiológicos que suceden en la cadena del sistema de recompensa, lee lo siguiente: (1) área tegmental ventral (ATV)>>(2) sistema límbico>>(3) núcleo accumbens>>(4) lóbulo frontal.
(1) área localizada dentro del tronco encefálico, que se encarga de mecanismos automatizados básicos para la supervivencia.
(2) una de las regiones encargadas de la generación de emociones.
(3) estructura que se encarga de la aparición de sensaciones placenteras.
(4) lóbulo en el que toda la información se integra y produce motivaciones (abstractas y concretas) que nos llevan a planear y ejecutar decisiones que nos acerquen al objetivo deseado.
En resumen, se generan vínculos muy fuertes entre áreas del cerebro que naturalmente promueven la repetición de conductas. Uno de los neurotransmisores más famosos, también está involucrado en esto: la dopamina. La cantidad que es segregada y transportada a lo largo del cerebro se reduce mucho.
Para determinar si una persona tiene una adicción, un profesional de la salud debe contemplar los siguientes factores:
frecuencia del consumo o conducta
intensidad del consumo o conducta
interferencia en la vida diaria de la persona (es frecuente que se creen hábitos desadaptativos, de aislamiento, sensación de imposibilidad, etc. e incluso que se altera el curso de la vida normal para hacerle espacio al bucle de la adicción).
Las adicciones pueden empezar con el uso simple de una sustancia, o la repetición casual de una conducta, posteriormente desarrollarse como dependencias, y finalmente escalar a una adicción. El estadío en el que una persona se encuentre dependerá de factores individuales. Las mismas circunstancias no afectan a dos personas de la misma manera.
Y aunque es un tema es muy complejo, lo que puede decirse con certeza es que cuando el sistema de recompensa se estropea, y la satisfacción se activa únicamente -mediante hormonas, moléculas y neurotransmisores- ante una conducta o sustancia específica, la calidad de la persona se ve reducida significativamente. Quien padece una adicción severa, encuentra muy difícil alegrarse y sentirse satisfecho ante situaciones que no involucren su adicción, es decir, ya no encuentra placer en vivencias sanas cotidianas (como las conversaciones con la gente que quiere, paseos tranquilos, contemplación de la naturaleza, comidas favoritas, hobbies, ejercicio, etc.).
Pero esto no tiene por qué dictar el punto final. Así como el niño pequeño puede aprender a sentirse feliz y portarse bien sin recibir un dulce, y el adulto puede dejar atrás la vida de apuestas, tú también eres totalmente capaz de quitar de tu vida lo que te hace daño y volver a sentirte feliz con tu vida antes de la adicción. Acércate a un profesional si crees que necesitas ayuda, o si te interesa conocer más del tema.
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