Psicología: La disociación, ¿qué es realmente?

 por Rebeca Herrera.

Últimamente se habla mucho de la disociación cotidiana, cuando por ejemplo, dejamos de prestar atención a una conversación, película o clase y ponemos nuestra mente “en blanco”. Sin embargo, somos pocos los que conocemos lo que significa realmente vivir una disociación.


La palabra quiere decir que se sufre una pérdida en la continuidad de la integración vivencial (bien sea de la conciencia, identidad, memoria, control motor, percepción, representación corporal, y/o comportamiento).


Es un recurso mental que se utiliza involuntariamente, puede activarse ante agotamiento o estrés extremos. Su función es separar la mente de los sucesos o comportamientos que, de hacerse conscientes, resultarían en daño para la persona que los está viviendo.


Así, nuestro cerebro habilita cierto control sobre la impotencia que experimenta:

  • ya no vivimos por completo la experiencia que experimentamos

  • ya no podemos recordar el evento voluntariamente


Esto es negativo, puesto que ya no se accede a información certera sobre los sucesos, y el uso de las funciones mentales (memoria y atención, por ejemplo) se atrofia. Además, se provocan sentimientos de despersonalización (dejar de estar en contacto con la propia persona) y desrealización (dejar de estar en contacto con la realidad), e incluso puede llegar a suceder una fragmentación de la identidad. Si la disociación sucede de manera contínua, puede llegar a provocar diversos trastornos mentales.


Por eso, asegurar que estamos viviendo una disociación cuando estamos en una situación cotidiana (no traumática) y simplemente dejamos de prestar atención, nos ponemos a pensar en otras cosas, o incluso nos aburrimos… es incorrecto.


Como con cualquier enfermedad, recuerda recurrir a un especialista mental si crees que podrías haber experimentado algo similar, para que te ayude a definir el problema y sus soluciones.


Comentarios

Entradas populares de este blog

El desarrollo del lóbulo frontal y su importancia

Mitos sobre la salud que debemos eliminar

Cómo la agricultura regenerativa puede salvar el planeta