Avaricia Material - Aquel mensaje que el Grinch quiere que entendamos en esta época Decembrina

¡Hola a todos! La euforia navideña se acerca de a poquito, y debido a ello, es casi imposible no empezar a soñar con los regalitos, obsequios y de más presentes que familiares… Amigos… Y hasta los mismísimos Santa y Reyes nos darán para así expresarnos su cariño… Sin embargo, hay que saber como de verdad apreciarlos, no dejarnos llevar por la euforia de tener lo más moderno que al poco tiempo perderá su brillo innato; debido a esto… ¡Hoy repasaremos como el Grinch nos transmite un mensaje bonito, uno mediante el cual nos quiere hacer entender que la avaricia, codicia y narcisismo pueden llegar a manchar el espíritu festivo!

Desde Zapatos al Aire,

Un abrazo.




Ahora que con sus ojos veía… 

Con sus oídos escuchaba esa melodía que los Quienes coreaban con alegría… Por fin entendía, deducía lo que llevó a su corazón a crecer tres tallas ese día… 

Junto a su pequeña amiga, tomados de la mano, agradecían… Cindy Lou… Martha Quien… Y  demás pobladores experimentaban el verdadero significado de las fechas decembrinas… 

… 

¡Muy bonita la atmósfera que se vivía! Pero… ¡¿Qué onda con las punzadas que, a su órgano que  palpita, crecer le hacían?! ¡Lo dejaron en el piso tirado cual perro! Un símil interesante de lo que  él le hizo Max después de encontrarlo celebrando el Quien Júbilo rodeado de adornos, luces y  música que acompañaran al festejo… 

… 

La historia del Grinch es bastante icónica (decir me atrevo), lo que en primera instancia parecía  no más que un sencillo cuento, en realidad es un recordatorio, una enseñanza de lo que en realidad  es bueno, una brújula que apunta a lo más icónico y bello de la navidad y de todos sus relacionados  festejos; bien se mencionó en el artículo anterior, una de las cosas más hermosas de esta  celebración es que cada individuo tiene sus razones y motivos para con ella establecer una  conexión, esperarla con tanta anticipación… Y hoy por hoy, en esta ocasión, hablaremos de lo que  principalmente a los niños les roba la atención… Aunque, claro, esto no signifique que el resto de  ciudadanos sean inmunes a los encantos que, a lo largo de los años, esta fecha en nosotros ha  inculcado. 

… 

Regalos… 

REGALOS… 

¡REGALOS, REGALOS, REGALOS! 

Bien de esto se queja el Grinch al momento de ser galardonado, le reclama a todos los invitados  que, gracias al número de corbatas y lazos que al tiradero han mandado sin consideración o  reparo, podría colgarse del techo para sí sus caprichos materiales ya no tener que escuchar a lo  largo del año… 

… 

Él a esto le llama Avaricia… 

Pero… 

¿En realidad es malo esperar recibir un juguete para así el día de navidad pasar el día? ¿Un presente de un amigo o ser querido nos convierte en narcisistas?

¿Por qué no empezamos por analizar el aire que se respira, entender el por qué su aroma dulce a  muchos seres humanos inspira a reconectar con lo elemental y más sagrado que ofrece la vida? 

… 

La navidad es una fecha de prosperidad, paz y armonía… Aunque sus raíces se encuentran  ubicadas en una fiesta cristiana para conmemorar el nacimiento de aquel que nos guiaría… Lideraría… Y salvaría a las masas, hoy, más que nada, se enaltece el debido mensaje que esta  fecha pagana vaticinando; ante los ojos de muchos esta época del año es un regalo, un obsequio  con el cual dar las gracias a todos los que a lo largo del camino nos han acompañado y soportado,  las bendiciones que nos han servido para seguir a la balsa impulsando. 

Lo que estoy a punto de decir no es un secreto, de seguro todos – llegado un punto de nuestras  vidas… – terminamos por conocerlo, es una verdad que, aunque duela, tendremos que aceptar  pues… De no hacerlo… Jamás podremos empezar a trabajar sobre ello, comenzar a dar soluciones  y alternativas las cuales traten de encontrarle a esto un remedio; la vida es dura, difícil e injusta,  una verdadera montaña rusa… Un gran sector de individuos tiende a más a sufrirla que a vivirla, 

a llorar por las penas en lugar de reír por sus maravillas. 

Tomando esto (reconociendo este hecho), en estos últimos treinta días reconocemos el esfuerzo  de esos que no se han rendido por completo, hombres y mujeres honestos que… En determinado  tiempo, dado el momento… Olvidan sus miedos, hacen a un lado sus egos, problemas y demás  contratiempos, todo con la intención de sentarse junto a aquel que sufre en silencio, ese el cual  siente que es ignorado por completo… Todo para decirle bastante efusivo: ¡Échale ganas mi  bueno! 

Digamos que este concepto es mundialmente aceptado como un factor que trasciende al  mismísimo tiempo-espacio… Pregunto ahora, de ser esto mentira, ¿Por qué entonces la  programación televisiva se llena de anuncios los cuales enaltecen a la familia mediante reuniones  nocturnas con regalos, adornos y comida? ¿Por qué abundan las películas y series en donde la  felicidad y prospera alegría es lo máximo a lo cual puede aspirar el protagonista – al igual que su  familia… Amigos… Y demás sujetos que quiere y estima… – el cual sufre debido a un problema  que en un principio lo tiene con la mirada perdida? ¿Por qué se le hace énfasis al poder de la  amistad como si esta fuera una herramienta como tal, un arma que a cualquier mal llega a cortar? 

Desde juguetes baratos hasta en comerciales de refrescos que al paladar dejan fascinados… 

Anuncios pagados por adinerados o mensajes que el gobierno trata de difundir entre los  ciudadanos… 

Todos y cada uno de estos comunicados nos recuerdan que lo más importante es  mantenernos conectados, pasar el tiempo con nuestros amados sin importar de la gravedad de la  situación que estemos atravesando… 

Eso… Claro… A la par que te recuerdan de las jugosas promociones y descuentos que en sus  productos se han etiquetado, todo para que no dejes pasar la oportunidad de adquirir los servicios  que ellos… Con humildad… Se encuentran poniendo al alcance de tus manos…

He allí el problema, el inconveniente que siempre acecha… 

… 

La frase perfecta que acompaña esta propuesta se encuentra en la tercera entrega de la saga de  películas tituladas como: Santa Cláusula… Llegado un momento determinado de la cinta – cuando  el conflicto se encuentra al acecho del protagonista después de haber deseado nunca haberse  convertido en San Nicolás… – el personaje principal regresa al polo norte, lugar en el cual habitan  los duendes, renos y demás criaturas de fantasía. 

No obstante, en esa línea temporal Santa no es bueno, es un impostor que tomó el manto de  aquel que visita a los niños cuando estos se encuentran durmiendo; debido a esto, ha transformado  su taller en todo un centro turístico cuyo fin es el de obtener dinero, forzar a que los padres de  familia lleven a sus hijos para que así sus nombres aparezcan en la lista (método el cual dicta si  merecer carbón o un regalo debido a la actitud mostrada en el día a día). 

Después de algún tiempo, se escucha decir por los megáfonos… 

¡Niños, recuerden que el amor de sus padres depende de cuanto quieran gastar en ustedes! 

Esto, por supuesto, se ve amplificado a un nivel grotesco, un claro elemento para hacerle ver al  héroe (y a la audiencia) que esto no es correcto, que el capitalismo y narcicismo en exceso llevan  a involucionar un concepto que es mágico desde su nacimiento… 

Empero, muchas veces, la ficción del cine tiende a abordarnos cual piratas al acecho… … 

Hoy en día he visto a muchos niños los cuales se portan bien sólo para pasar lista, una forma  de garantizar que Papa Noel les traiga todo lo que ellos pidieron en sus cartitas… Conozco a  diversos individuos los cuales se acuerdan de sus amigos – y del cariño que alguna vez le tuvieron  a esos tipos… – sólo si ellos, primero, les escriben un mensajito, el típico recadito para felicitarte  y desearte suerte en el próximo año a ser recibido… Incontables historias he leído sobre cómo se  han hecho sacrificios para regalar obsequios lujosos y carísimos que en las tiendas departamentales  se están poniendo a disposición del individuo, esto, claro, debido a tintes tacaños pues, como diría  Sheldon Cooper (personaje principal en la serie: La Teoría del Big Bang) después de que alguien  más le obsequiara algo debido a la navidad… 

- Espera… ¿Me compraste un presente, por qué harías eso? (…) Sé que piensas que estás  siendo generosa, pero la base de regalar es la reciprocidad. No me diste un regalo, me  diste una obligación (…). 

- No te preocupes, no tienes que comprarme nada de vuelta. – Responde aquella que quiso  verse atenta. 

- Por supuesto que tengo. La esencia de la costumbre es que ahora tengo que ir y comprarte  un regalo de valor comparable y que represente el mismo nivel de amistad que representa  el regalo que tú me diste. –

Pareciera que la base actual de la festividad – una construida mediante los estímulos que las  empresas, sobre nosotros, tienden a implementar… – es ver cuanto uno está dispuesto a  gastar… Y eso está mal… 

El lujo no es mortal, total, si alguien se puede dar la oportunidad… Entonces… ¿Por qué no  experimentar algo fuera de lo habitual? 

Lo oscuro se encuentra cuando a esta se le trata como a una cinta métrica, una regla mediante  la cual medir el afecto que se le tiene a la pareja, familia o a un amigo el cual puede que esto  ni siquiera considera… 

Lo material tan sólo tendría que ser un complemento… Suplemento… Un acompañante que  amplifique el amor que llevamos por dentro, y no un sustituto el cual esconde nuestros  sentimientos… ¡O los eclipsa! Mutando en su lugar en un monstruo materialista… 

… 

Los estándares nos guían, los convenios sociales definen mucho de lo que esperamos recibir  de la vida, y en la actualidad… Entre algo sea más costoso, lujoso, y grande, la verdad… Mayor  aprecio y gratitud sentimos y le damos al comprador de ese artículo que a la retina terminó por  reventar; somos principalmente un organismo visual, mientras más un objeto, persona o animal se  acerque al modelo que tendemos a aprobar y adorar, más probable recibir una respuesta cariñosa  y aceptable como tal… O, por lo menos, dotamos el chance de intentar… 

No obstante – a pesar de esto… – los mismos productos audiovisuales nos dan el antídoto para  que, de nuevo, volvamos a ver y a apreciar lo bueno… Si no me creen, analicemos… 

En la cinta, Mi Pobre Angelito, al principio el niño Kevin se encuentra agradecido, agradecido  de que un poder divino – malentendido pues su familia sólo se fue a París, olvidándose por  completo de aquel que dormía en la torre más alta del castillo… – le concedió su deseo de  desaparecer a aquellos que él sentía que lo maltrataban, molestaban y no le daban el respeto que  como individuo merecía el chiquito; con el pasar de los minutos, su mentalidad cambia… Deja de  ver el libertinaje y la soledad como el más hermoso de los obsequios con el cual fue bendecido, y  empieza a entender que la familia… La compañía… Y el amor hacia sus seres queridos, es lo más hermoso que pudo aspirar a recibir bajo su arbolito. 

Lo mismo sucede en la película, El Regalo Prometido, lo que en un principio era una búsqueda ardua, frustrante y divertida por hacerse con el obsequio que un padre le había – vaya la  redundancia… – prometido a su hijo, termina por ser un camino de aprendizaje sobre los valores  y sobre lo que de verdad significa el espíritu festivo; tras concluir la batalla final en donde el  protagonista, Howard (disfrazado de Turbo Man, personaje el cual su pequeño adora en realidad),  pelea contra su némesis, Myron (quien, por el contrario, se encuentra interpretando al villano,  Dementor), su retoño se da cuenta que no necesita el muñeco que tanto había querido… Ya que,  en realidad, siempre tuvo en casa al superhéroe que velaba por el bienestar del susodicho.

Y con la cinta, Estaré en casa para navidad, lo mismo… Y con la cinta, Un Cuento de  Navidad, lo mismo… Y con la cinta, El Expreso Polar, lo mismo… Y creo que ya se entiende a  donde quiero ir con todo este palabrerío… 

… 

La familia – como diría Vin Diesel en sus películas de autos, explosiones y gasolina… – es el  pilar de la sociedad, la catedral más bonita que dentro de cada uno se edifica… 

A ella, con el tiempo, se le unen demás cimientos que fortalecen la estructura que de forma  cotidiana le hace frente a las ventiscas y demás huracanas que desean verla hecha trizas… 

Lo material… Productos varios que mantienen a nuestra atención de forma esporádica al  punto de llevarla de aquí hacia allá… En ocasiones poco tienden a durar, como dijo el Grinch,  nada más los utilizamos por un par de días hasta que el siguiente producto de plástico, vidrio o  metal nos termine por cautivar… 

A la basura… Al armario… O a cualquier otro lugar olvidado al que rara vez visitamos  llegan a parar, tras satisfacer nuestra curiosidad, deseo o necesidad, han cumplido su tarea, lo que  sigue es encontrar el siguiente cachivache que nos puede entretener, para variar… 

… 

La unión, la amistad, el amor fraternal… Todos y cada uno de ellos son un presente que, muy  dentro de nosotros, ansiamos experimentar… Un abrazo, un beso, un fuerte apretón de manos y  dedos tienden a poseer un mayor peso, su efecto en nuestros cuerpos genera un tatuaje en nuestra  piel que recordamos con un gigantesco cariño y afecto; los recuerdos que se generan mediante las  experiencias provocan que cambiemos, una situación vivida con alguien a quien se le tiene un  infinito aprecio difícilmente generará el mismo cambio… Madurez… Y crecimiento que aquella  memoria de un juguete o aparato electrodoméstico. 

Pero, de nuevo, con esto no quiero que se piense que los obsequios son un método del diablo  para que así nos desviemos del sendero… No, no se trata de eso… Como ya dije, estos sólo  potencian y nos dan la oportunidad de crear más momentos con los nuestros… Una consola de  videojuegos – en mi caso… – en un principio sólo era el método para pasar mis tardes y noches de  infancia sin tener que estar fijándome en el flujo del tiempo, contando cada segundo, minuto y  hora que transcurrían en los que yo seguía sin mover un dedo; aunque, en un principio jugaba yo  solito (encerrado en mi cuarto, privándome de la libertad de convivir más tiempo con mis seres  amados) terminó por ser el medio para hacer nuevos amigos, pasar horas y horas divertido mientras  estrechábamos lazos que, después de veinte años, siguen tan fuertes como si aún tuviéramos seis  añitos. 

¡O lo que pasó con mi primo! 

El primer mundial de fútbol que viví como aficionado fue el de Sudáfrica 2010 y, por ende,  anhelaba tener el balón oficial con el cual se lucían en el terreno de juego figuras y genios de la  talla de Márquez, Messi y Cristiano; una vez que lo tuve en mis manos, termine por amarlo, lo 

atesoraba como si fuera un hijo el cual recién había engendrado… Pero no tanto como el momento  en que decidí sacarlo de mi closet para así armar una cascarita con mis primos y demás amigos del  barrio… 

Vaya partidos, brota una sonrisa en mis labios el sólo recordarlos… 

… 

El Grinch, aquel sujeto que trató de robarse la navidad nos enseña que la festividad tan sólo sería  una fecha cualquiera si dejamos que la codicia y el comercialismo formen parte de ella… 

Los listones, papel colorido y demás utensilios que se implementan para decorar las cajas de  obsequios que en su interior ocultan una sorpresa la cual espera dejarnos sorprendidos… 

Arrancarnos una sonrisa como las que proyectábamos cuando éramos chiquitos…. 

No es lo más bonito… No… Lo que de verdad importa son las manos que sostienen los regalitos,  aquel ser humano que te sonríe sólo para decir… 

¡Feliz Navidad! Es poquito, pero de corazón espero que te haga sonreír de lo lindo.



Entrada realizada por Lucio García Cuétara, voluntario de Zapatos al Aire A.C.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mitos sobre la salud que debemos eliminar

¿Qué es “ser masculino” y cómo nos afecta este ideal de “masculinidad”?

UN REGALO SINGULAR: