¿QUIÉN SOY? Búsqueda de identidad en la adolescencia

 Fernanda Avila Ríos

¿QUIÉN  SOY?
Búsqueda de identidad en la adolescencia


"Ser honesto con uno mismo es el primer paso para entender quiénes eres."

-SIGMUND FREUD

La adolescencia exige introspección y sinceridad para descubrir los valores, deseos y pensamientos que conforman la identidad.


La adolescencia es una etapa crucial en la vida humana, marcada por cambios profundos tanto físicos como psicológicos, donde surge una pregunta central: ¿quién soy? Esta interrogante no es trivial; representa el núcleo de un proceso complejo conocido como la búsqueda de identidad. Durante estos años, el individuo transita de la niñez a la adultez, enfrentando una serie de desafíos que ponen a prueba su autoconcepto, sus valores y su sentido de pertenencia. La psicología ha abordado este fenómeno desde distintas perspectivas, destacando las aportaciones de Sigmund Freud y Erik Erikson, quienes ofrecen visiones complementarias sobre cómo se configura la identidad y cuáles son las tensiones que la moldean.

Desde la teoría psicoanalítica de Freud, la adolescencia es vista como una fase en la que resurgen conflictos inconscientes originados en etapas anteriores del desarrollo. Freud planteó que la personalidad se estructura a partir de la interacción entre el ello, el yo y el superyó, y que la madurez implica lograr un equilibrio entre los impulsos internos, la razón y las normas sociales. En este sentido, el adolescente experimenta una lucha interna entre sus deseos, su necesidad de aprobación y las exigencias del entorno. Freud afirmaba que “el yo no es dueño en su propia casa”, reconociendo así que gran parte de lo que somos proviene de lo inconsciente. En la adolescencia, esta afirmación cobra relevancia, pues es un periodo en el que el joven se enfrenta a impulsos nuevos y desconocidos, especialmente en el ámbito sexual, y debe integrar estos aspectos en una identidad coherente.

Por otro lado, Erik Erikson amplió la visión freudiana al proponer una teoría del desarrollo psicosocial que enfatiza el papel de las crisis vitales en la formación del yo. Para Erikson, la adolescencia corresponde a la etapa de “identidad frente a confusión de roles”, donde el principal reto es construir un sentido estable de sí mismo.

Según su planteamiento, si el adolescente logra integrar sus experiencias, valores y expectativas, desarrollará una identidad sólida; si no lo consigue, puede caer en la confusión, la inseguridad o la falta de dirección. Erikson (1968) señaló que “el desarrollo de una identidad coherente es una tarea que depende tanto del reconocimiento interno como de la confirmación social”, subrayando así que la identidad no se forma en aislamiento, sino en interacción con los otros.

En la práctica, la búsqueda de identidad implica una exploración constante. El adolescente se cuestiona sobre quién quiere ser, qué valores desea adoptar, qué papel ocupa en su grupo social y qué metas persigue. Este proceso está marcado por contradicciones y cambios de dirección, pues el joven experimenta con distintos roles y formas de expresión. En este camino, el conflicto entre autonomía y pertenencia es central: el deseo de ser uno mismo choca a menudo con la necesidad de ser aceptado por los demás. La ansiedad y la duda forman parte natural de esta travesía, y aunque pueden resultar incómodas, son señales de un proceso de maduración psíquica.

Freud consideraría que esta etapa represe

nta una reorganización del aparato psíquico, donde el yo se fortalece para mediar entre los impulsos y las normas, mientras que Erikson entendería estas tensiones como parte de una crisis evolutiva necesaria para alcanzar una identidad auténtica. Ambos coinciden en que el autoconocimiento surge del enfrentamiento con los propios conflictos internos y las demandas externas. La adolescencia, por tanto, no es solo una transición, sino una oportunidad para la construcción de un proyecto personal.

Responder a la pregunta “¿quién soy?” implica reconocer que la identidad no es algo fijo ni completamente definido en esta etapa. Más bien, se trata de un proceso dinámico que se va construyendo a través de la experiencia, la reflexión y las relaciones significativas. Freud aportó la comprensión de los impulsos y conflictos inconscientes que influyen en el yo, mientras que Erikson resaltó la importancia del contexto social y de la resolución de crisis evolutivas. Juntos, ofrecen una mirada profunda sobre el proceso adolescente: una búsqueda que, aunque llena de incertidumbre, es también una afirmación de crecimiento, autonomía y autenticidad.

En resumen, la adolescencia es un laboratorio de la identidad. En ella, la persona experimenta, duda y redefine quién es. Siguiendo a Freud, este proceso exige una integración de los deseos internos y las normas sociales; siguiendo a Erikson, requiere superar la confusión de roles para construir una identidad coherente, y siguiendo al adolescente, es simplemente un momento de redescubrimiento y alianza con sí mismo, con su “yo” actual, su “yo” ideal (futuro) y el “yo” que fue.


Así, preguntarse “¿quién soy?” no es una señal de debilidad, sino el inicio de un camino hacia la madurez psíquica y emocional, un trayecto que define gran parte de lo que seremos como adultos.










Referencias

Erikson, E. H. (1968). Identity: Youth and crisis. W. W. Norton & Company.

Freud, S. (1923). El yo y el ello. Amorrortu Editores.

Freud, S. (1917). Introducción al psicoanálisis. Amorrortu Editores.


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